“Este es el día en que el Señor ha actuado; estemos hoy contentos y felices” (Salmo 118:24)
Quiero iniciar esta reflexión diciendo algo acerca de lo que es la Pascua de la Resurrección:
Pascua, significa fiesta, celebración, manifestación festiva. Los cristianos celebran dos grandes festividades o pascuas que son de mucha significación para los seguidores de Jesucristo.
Celebramos la Pascua o festividad del nacimiento de Jesús o lo que conocemos como la Navidad. Celebramos la Pascua de la Resurrección de Jesucristo después de su Pasión, crucifixión y sepultura por tres días, es lo que estamos haciendo ahora.
Los judíos también celebran una Fiesta Pascual. Esta festividad judía, es para celebrar la liberación del pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto, como está escrito en Éxodo 12.
Jesús y sus discípulos conmemoraron esa Fiesta Pascual Judía con una cena el Jueves Santo, la noche antes de su padecimiento. El domingo Pascua Judía es de liberación de la esclavitud. La Pascua de la Resurrección de Jesucristo es de la liberación del pecado y de la muerte.
El domingo después de la crucifixión de Jesús, Dios se hizo presente en espacio y tiempo en Jerusalén, cuando el poder del Señor alcanzó la victoria, el triunfo sobre la muerte y el sepulcro; pues, Jesús de Nazaret, auto señalado “Hijo del Altísimo Dios, fue crucificado entre dos malhechores, y sepultado en una tumba prestada; pero tres días después, la tumba amaneció vacía. El enterrado había resucitado y salido de la tumba.
Por eso, los cristianos aclamamos ahora, dándole gracias a Dios y diciendo: “Este es el día en que el Señor ha actuado: ¡estemos hoy contentos y felices!” (Salmo 118: 24).
La Resurrección de Jesucristo nos ofrece esperanza de la inmortalidad y obliga a dejar atrás las cosas viejas, zafarnos de las garras de la muerte, nos quita la debilidad del cuerpo, nos encamina para alcanzar y obtener la energía espiritual que lleva a la eternidad.
La Resurrección de Jesucristo, es abrir la tumba de la oscuridad y la podredumbre para llegar a la luz y a la pureza. Es romper el yugo de la esclavitud para gozar de la libertad. Es como salir de la celda de una prisión para volver a la sociedad. Es como levantarse del lecho de la enfermedad a la salud.
La Resurrección de Jesucristo, es como dejar el pasado de una relación tormentosa a una condición de vida de paz, de armonía y de bienestar social. Es como despertarse de una pesadilla y darse cuenta de que sólo era un sueño pesado y mortificante.
La Resurrección del Hijo de Dios, significa que el poder del pecado y de la muerte ya no tienen lugar para los que aman y sirven al Señor Jesucristo. Él triunfó sobre la muerte y el sepulcro y nos brinda nueva vida y perpetuidad del alma.
Gracias a la Resurrección de Cristo, hoy podemos mirar hacia arriba. Hoy podemos cantar con profunda gratitud: canciones espirituales y decir como en el Salmo 118:24: “Este es el día en que el Señor ha actuado; ¡estemos hoy contentos y felices!”
La tristeza, el dolor, las intrigas de la última semana de Jesús en Jerusalén, ha pasado y estamos felices y gozosos. Vamos pues, a mirar hacia delante para amar y servir a Dios en espíritu y en verdad. Cantemos con los coros celestiales y todos los cristianos de la tierra:
¡Aleluya, aleluya, aleluya!
Ya la batalla terminó.
Ya la victoria se ganó.
Sube canción al vencedor. ¡Aleluya! Amén.