Paul Giudicelli Caminando mano a mano con Kandinsky y Mondrian

Paul Giudicelli Caminando mano a mano con Kandinsky y Mondrian

Nació el niño Paul, bajo el manto de estrellas del batey, como cobija. Una brisa aromada de un leve vaho a barbojo, caña cristalina y melao, y a lo lejos, el pitar nostálgico y triste de la cansada locomotora, rompía ese silencio confidente y agradable, propio de apartados lugares.

En el año 1921, el más importante lujo del ingenio Porvenir vio por vez primera la luz del día; lo llamaron Paul Giudicelli. Vástago de ancestros corsos, quien, al paso del tiempo, llegaría a ser el más importante pintor abstracto de nuestro país.

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De recia contextura física y firme carácter, Giudicelli fraguó su arte con el calor y la inquietud de la intuición y la destreza. Visionario autodidacta, legionario artífice de las más atrevidas anti formas saturadas de agresivo color, informes, de viril formato, escabrosas, táctiles, broncas, lujuriosas, arte pleno de energía y belleza.


Arte que trilló todos los senderos, que trazó pautas; original y austero. Arte embrujado con destino cierto, arte tocado por la mano divina, por el trueno, por la esperanza, por el sentir del alma; en fin, arte tocado por el hombre, el hombre artista.

Giudicelli pautó vertientes diversas en su quehacer artístico. Sin los recursos técnicos necesarios, intuyó, intentó y realizó espléndidas cerámicas tratadas con las más primarias técnicas, con hermosos resultados. Curiosas y auténticas, trabajadas al fuego e ilustradas con gracia exquisita.

Diseños geométricos de parco color, de marcadas líneas negras. Glaseadas piezas que, ensambladas con gusto y destreza, nos decían de un arte propio, insurrecto, y nos hablaban de esfuerzo, valor, encanto y belleza.

Su exquisita y valiente pintura abstracta de Paul, es una experimental aventura con marcados signos de unidad, equilibrio, de color germinal, tierras encendidas, amarillos, matices tiernos y tranquilos, lógico esquema gráfico de marcadas líneas negras que demarcan el lugar preciso, donde el color refulgente y espléndido, asienta sus predios.

Superficie escabrosa y táctil, sujeta con firmeza a la tela, creando esa sensación de solidez que nos muestran sus cuadros, pero también Giudicelli habla y dice en otro tono, un tono menor, afinado e íntimo. Esta vez, el formato amplio y simple, hace de sostén a un coloquio expresivo y tierno, esta vez, de colores pasteles, íntimos, tenues, calmado espectáculo de paz y concordia.

Manchas cromáticas ingenuas y tímidas que casi se funden unas y otras, a no ser por la imperceptible presencia de unas tímidas y grises líneas que pretenden separar un color del otro; líneas con el preciso don de estar ahí o la magia de la ausencia.
Era muy raro que repasara su obra; casi siempre era de primera mano.
Pintó en sus pocos años de vida, con avidez, ahínco, pasión; sin embargo, su obra es madura y terminada.


Su obra de estudio es excelente, sus murales en cerámica: exquisitos, bravíos y expresivos.
Su pintura, arte de tono mayor, fue premiada aquí y el extranjero: Brasil, México, Estados Unidos, Cuba, Puerto Rico, Francia y otros países. Sus galerías hablan con respeto y admiración de su autor.


a pintura de Giudicelli es un aguerrido poema de brillante luz, calor refulgente y tímidas sombras que se asientan en el pensar de todo aquel que siente y aprecia el arte.
Manos que pintan como la terneza de la brisa de la tarde callada o como el loco frenesí de la aventura o el grave sentir del alma.

Sus diez años de pintar, marcaron un hito y un tiempo en el rescoldo más profundo del alma de la pintura dominicana.

Un día, Paul trasmutó su alma y la asentó para siempre en el más refulgente y hermoso lucero de los cielos.

En su cálido sótano-taller, donde creó la luz, el color y la forma, se sintió un extraño vaho a pólvora y metralla; eran los días de abril, aquel abril de lucha y coraje, abril de la guerra y los cantos, de la nostalgia y la utopía, el jamás olvidado abril del 65.
Así partieron Paul y Abril, como camaradas en el tiempo; la franqueza y la amistad encontraron al final su destino: Su Gloria.

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