En la guerrilla que había concebido el Partido Comunista Dominicano no tenían importancia los uniformes ni la compra de armamento al inicio pues justamente el fogueo del ejército del pueblo radicaba en obtener las armas en los arsenales o en el combate con el enemigo. Estaban visualizadas, además, las personas que serían incorporadas a las entradas de la Cordillera Central.
Luis Gómez Pérez, quien tuvo participación preponderante en la planificación, hace la revelación pero los nombres de esos combatientes, dice, son un secreto porque muchos desempeñaban y desempeñan funciones importantes dentro de la sociedad.
“Vienen a mi memoria tres que se destacaron en el entrenamiento en Cuba como tiradores en la técnica llamada de manguera que se basa en tirar apuntando con los ojos abiertos, con el fusil a la altura de la cintura. Su efectividad fue de tal envergadura que los llamaron para integrar la fuerza que acompañó al Che Guevara en Bolivia”, relata.
Pero el partido no complació esa solicitud porque “ese trío en una emboscada era una fuerza decisiva, no podíamos prestarlo, eran claves para nosotros”.
Tampoco dice de quienes se trataba porque considera que representan un peligro para el imperio. Uno anda por los 80, dos están activos.
Ocultar sus identidades a tantos años de una operación que no se desarrolló “parece una ridiculez pero para mí es una verdad inconmovible porque las luchas de liberación las imponen los imperios y sus seguidores por lo que esos valores merecen ser protegidos”.
Gómez Pérez tuvo un activismo intenso en el Partido Socialista Popular, luego Partido Comunista Dominicano. Le quedaban la euforia y el ímpetu de la guerra de 1965 y las ansias de aplicar los métodos y estrategias aprendidos en Cuba. La revolución de abril había concluido pero el PCD entendía que debía reiniciarla contra los norteamericanos, significa. Y la aspiración constante de este izquierdista audaz ha sido la liberación del pueblo en sentido general.
Confiesa que todas las expectativas que se había creado para el 14 de Junio “se reiniciaban”.
En la guerrilla pecedeísta Luis era responsable del trabajo campesino. Le asignaron un jeep Land Rover en el que se trasladaba a las poblaciones, lo estacionaba al pie de la montaña y subía a recorrer los accesos que conoció acompañando a su tío Domingo Antonio Pérez Peña, “el Maestro”, quien trabajaba en el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos y registraba el régimen de lluvias. Desde 1960, además, Jaime Capell estuvo junto a él recorriendo el acceso sur.
Se refiere a “dos personajes extraordinarios” que trabajaron para el alzamiento del PCD. Tampoco los nombra porque uno de ellos, de Neiba, “pasó mucho trabajo preso y sufrió torturas enormes para que dijera mi nombre”.
Luis y sus hombres a veces recorrían la zona de noche y en una ocasión estuvieron a punto de ahogarse cruzando el río Yaque.
El PCD no cumplió con el desembarco. Luis Rafael Gómez Pérez conversa entusiasmado de su ingreso al PSP pues trabajar con esos revolucionarios era para él más que un desafío, “una realización de lo que todavía era un sueño, una utopía: luchar por una república democrática como primer momento de un despliegue ulterior socialista”.
Habla de sus trabajos con los obreros, en barrios, empresas, fábricas, tiendas, el ejército, no solo explicando el socialismo como meta posible de los oprimidos y explotados sino obteniendo logros como la formación de sindicatos, aumentos de sueldo, formación de células y la necesidad de ir eliminado la pervivencia del trujillismo como cultura y “el papel tan destacado que se le confería a la presencia del poder norteamericano”.
“Fue un multiplicador de mis energías que no pocas veces quedaban superadas por las de Narciso Isa Conde que llegó a tener bajo su dirección más de 10 células”, significa. Luis atendía ocho.
Cita a los hermanos Juan y Félix Servio Doucudray, a Pedro Mir y el resto de la dirigencia de los fundadores del PSP quienes según él “tenían una sobrada experiencia en el análisis del presente aun cuando su ejercicio había sido proyectado desde Cuba”. Estos dirigían el trabajo de orientación ideológica, manifiesta.
Hubo un momento en que el PSP incurrió en un error “que pagó muy caro”, recuerda, que fue cuando dijo que aspiraban a un gobierno imparcial y serio. “Esto desencadenó una crítica dentro de la izquierda que no pudimos responder y en particular, el sector joven no estaba de acuerdo con la información” porque, desde el punto de vista marxista, un gobierno puede ser serio pero no imparcial debido a que obedece a los intereses de una clase, explica.
Esta declaración, agrega, fue clave para la ruptura entre veteranos y jóvenes. Se produjo un proceso interno de crítica pero la guerra sorprendió al PSP en medio de este conflicto. El partido publicó un documento en el que pasaba revista a la conceptualización principal de un partido marxista. “Ese documento exacerbó las diferencias entre el sector joven y el no joven que al principio parecían superables. La vida probó que no era así”.
Surgió entonces el PCD separado del PSP con un comité central dirigido por los hermanos Antonio y Narciso Isa, José Israel Cuello, Alfredo Conde Sturla, Mario Sánchez Córdova, Gerardo Marmolejos. Luis Gómez y otros estaban entre los militantes. “Solamente cuando has investigado la sociedad donde tú luchas es que puedes hacer una crítica a los fines de liberar”, opina Luis.
Gómez Pérez abandonó el PCD en 1973 porque la agrupación no realizó una serie de actividades en relación con el desembarco de Caamaño y por el tratamiento “acrítico que se le dieron a Balaguer y a las leyes agrarias”.
Pero su lucha en la contienda bélica de abril fue con el PCD. La pugna entre las partes “lo afectó positivamente pues el sector joven, bajo la dirección de Alfredo Conde y Justino José del Orbe pudo organizar un comando que le permitió poner en práctica lo que teóricamente defendían Asdrúbal Domínguez y otros frente al coronel Caamaño”.
Y ya antes de viajar a Francia y a la Unión Soviética Luis había propuesto al comité central que la organización debía prepararse para la posibilidad de un estallido popular “por la creciente unificación de los diferentes sectores en lucha”. Cuando regresó, a fines de 1964, el teniente García Germán le informó de la sublevación militar. “Los jóvenes recomendamos que el partido debía tomar la delantera planteando el restablecimiento del presidente Juan Bosch, sin elecciones”.