Es el fundador del Movimiento de los Alistados iniciado en 1963 para reponer a Juan Bosch en el poder. Es un símbolo de arrojo juvenil que atrajo a este grupo a militares de todos los rangos y ramas y que en 1965 tuvo el coraje de arrestar al jefe de Estado Mayor del Ejército Nacional, general Marco Rivera Cuesta. Posteriormente apresó al presidente del Triunvirato, Donald Reid Cabral.
El sargento mayor Pedro José Lantigua es la historia viva de los comienzos de la Revolución de Abril y uno de los principales artífices de las tramas conspirativas. Peleó con arrojo en el puente Duarte y vio caer compañeros que entristecen su relato cargado de heroísmo. Llora cuando recuerda los muertos en esa feroz batalla.
Resistió los bombardeos de la Aviación, en la Jefatura, y sobrevivió al realizado en la casa de Gobierno cuando tomó un carro y ordenó conducirlo en vía contraria para trasladar a un soldado herido de muerte.
Estuvo activo en la toma de emisoras contrarias. Con la autoridad y el valor que le caracterizaban “calló” La Voz del Trópico “sin tirar un solo tiro”. “Estaba por San Carlos y estaba hablando mucho”, significa este señor sencillo, que no manifiesta vanidad por sus ejemplares acciones pues solo lo animaba un sentimiento patriótico.
Luego hizo rendir al campamento militar 16 de Agosto (el 25). “Para allá arrancamos con el Estado Mayor preso”, declara y asegura que los oficiales que se encontraban allí “conspiraban a favor de Joaquín Balaguer”.
Salvó su vida apertrechado en la trinchera de una construcción. “Nos bombardearon al otro día por la mañanita, aquello era un monte, un cocal, la fuerza aérea nos ametralló pero contábamos con mucha defensa y mientras nos tiraban nos guarecimos en una zanja. Cuando vieron que nadie se rendía en un fuego cerrado que no sé cómo no derribamos un avión, se retiraron”.
“El 25 por la mañana salimos para el Palacio. El coronel Hernando Ramírez me dijo: ¡Lantigua, usted me acompaña! Dije: Sí señor. Nos montamos en los jeeps rápidamente, me pusieron como guía. Cuando entramos a la casa de guardia todo el mundo se quedó tranquilo, nadie se movió. A un hermano mío, chofer de Martínez Arana, que fungía como secretario de las Fuerzas Armadas, lo encontramos ahí, lo desarmé y a un sargento mayor que estaba con él. Nos fuimos a la segunda planta”, relata.
Cuenta detalles de ese transitar hasta llegar al despacho de Reid Cabral. “¡Ahí no había nadie! El Cuerpo de Ayudantes lo dejó solo, huyéndole “a los rebeldes”. Solo había una silla vacía. No tuvo apoyo militar. ¡Ni uno! Creo que había un teniente y quedó preso ahí mismo”.
Donald “le firmó un papel al coronel Hernando Ramírez, que le dijo: ¡Firme aquí! Pero hubo oficiales que dijeron: ¡No señor, él no es presidente constitucional!”.
Giovanny Brito, del área de producción de Fuentes Orales del Archivo General de la Nación interrumpe: ¿Qué destino se le dio a Donald Reid?
“Se dice que Batista, un compañero mío que ingresamos juntos al Ejército, que manejaba una ambulancia, llegó mientras estábamos hablando con Reid Cabral en el despacho. Saludó y desapareció. Pero no se sabe”.
-¿Fue cierto que lo sacaron en ambulancia?, insiste Brito.
“Sí señor, lo salvó Batista, mi buen amigo”. Agrega, empero, que la ambulancia, que pertenecía a la “Hermandad de Veteranos”, es una incógnita. “¿Qué buscaba allí Batista? Él se presentó allá y desapareció Reid Cabral. Se ha dicho que él fue protegido por todos, que Wessin ordenó a algún oficial que le diera protección pero puedo decirle que protección militar, no, él se escabulló”.
Liderazgo relegado.- El liderazgo de Pedro José Lantigua Bravo ha sido relegado. Otros le han robado el protagonismo quizá por su condición humilde que no busca homenajes. Lo que parece enorgullecerle son su condición de militar, su patriotismo y su espíritu democrático.
Vive en Tenares, alejado de tantos que se proclaman jefes y titanes de la contienda bélica. Se preparó con uniforme y corbata negros, insignias y la medalla de la Fundación de los Militares Constitucionalistas.
Reside junto a sus hijos porque está enfermo de los riñones. Sufre dolores intensos. No puede hacer vida normal. A fuerza de voluntad estuvo conversando casi dos horas.
El apresamiento de Rivera Cuesta genera interrogantes. Aunque Lantigua ofrece pormenores que hacen verosímil su actuación, en esa acción participó el capitán Mario Peña Taveras. ¿Cómo fue?
“Del Movimiento mío entramos al despacho del jefe de Estado Mayor un promedio de cinco hombres y ahí fue cuando le dije: ¡General, usted está arrestado!”.
-¿Cómo?
-¡Sí, señor, corte la comunicación! No la cortó, halé el cable y le dejé el audífono en la mano.
-¡Es una falta de respeto!, protestó Rivera
-Sé que es una falta de respeto, señor, pero usted está arrestado. Y me secundó el coronel Hernando Ramírez: “¡General, por favor, párese, que usted está arrestado!
Alude a la entrada de Peña Taveras y concluye. “En fin, al momento teníamos al Estado Mayor preso en el despacho del general”.
Y aclara: “Estaba en una segunda planta y Peña Taveras y yo ascendimos por dos entradas diferentes”. Lantigua entró por la principal, a la que tenía ingreso franco, y Peña por la parte de la derecha, junto a Darío de la Cruz Hinojosa Liriano, explica.
-¿Y a quién apresa el grupo de Peña Taveras?
“A Maximiliano Américo Ruiz Batista, coronel, y a Fondeur Ortega y así después, a cientos de oficiales”.
Los llevaron al campamento 27 de Febrero, pero “la custodia de ellos desapareció, quedaron libres, pero nadie los soltó, ellos se pusieron en libertad”.
Pedro José nació en Boca de Cabía, Imbert, Puerto Plata, el 14 de diciembre de 1935, hijo de Serafín Lantigua y Valeriana Bravo. Casado con Miguelina Marizán, es el padre de Dorian y Valeria Lantigua Marizán; Francis y Rosalía, Pedro José, Rubén y Junior Lantigua.
Cuando Hernando Ramírez enfermó y Caamaño se erigió en líder de la revuelta, el intrépido sargento quedó del lado constitucionalista. Compañeros “desorientados” le ofrecieron asilo cuando él se batía en el puente y él respondió al mayor César Augusto Cocco Recio: “Yo, por cierto, tengo un asilo aquí: este tanque. Mis compañeros están peleando, no voy a dejarlos”.
-¡Jódete! me dijo. La vida para mí no significaba nada. ¡Tantos compañeros muertos!”. “Para ir al puente había que tener estómago. El 27 fue el aprieto fuerte, de fuego a fuego”.
Hasta el 28 de abril de 1965 Lantigua Bravo fue actor y testigo de los hechos. Se le terminaron los pertrechos, salió a reabastecerse en Transportación y al llegar lo capturaron los contrarios. Estuvo preso hasta noviembre.