Cuando estaban en el gobierno los peledeístas repetían con frecuencia, y casi en tono de burla, que aquí no había oposición, y hubo un momento en que el Presidente Conceptualizador, embelesado por su propia gloria, descalificó a sus opositores, precisamente porque no sabían conceptualizar.
La ausencia de una oposición que mostrara sus garras desde el Congreso Nacional, los ayuntamientos y las tribunas partidarias le puso las cosas demasiado fáciles al PLD, pues sin su contrapeso, sus críticas puntuales y su defensa de los mejores intereses del país y la democracia su proceso de descomposición llegó demasiado lejos, razón por la cual varios exfuncionarios son hoy perseguidos por la justicia acusados de corrupción y según la PEPCA no serán los únicos ni los últimos.
Eso significa que no tuvieron la oportunidad de aprender, ni por su propia experiencia ni mirando cómo lo hacían sus opositores, y ahora, cuando ya no están en el gobierno, eso se nota muchísimo, sobre todo cada vez que abre la boca alguno de los aspirantes presidenciales tirados al ruedo.
En realidad, da pena y vergüenza ver a los peledeístas hacer oposición, no solo por la pobreza y superficialidad de sus argumentos y el facilismo de criticar por sistema todo lo que se hace desde el Gobierno, sino porque con demasiada frecuencia olvidan que hasta hace apenas dos años gobernaron el país durante los últimos 16, lo que hace que parezcan cínicos ante la población, que no es tan lerda y desmemoriada como les gustaría creer.
Al evaluar el discurso de rendición de cuentas del presidente Luis Abinader no podía ser de otra manera, y es por eso que la próxima semana nadie se acordará de lo que opinaron.
Pero se mantendrá vivo y presente en la memoria colectiva, como una herida abierta, lo que hicieron a su paso por la administración pública, pues la depredación fue tan grande y tan desvergonzada que no se puede olvidar tan fácil ni tan rápido.