Pensando en el sol y el mañana

Pensando en el sol y el mañana

Sergio Sarita Valdez

Albert Einstein, físico teórico alemán del pasado siglo XX, creador de la legendaria teoría de la Relatividad, fue también el autor de la siguiente frase inmortal: “Si buscas resultados distintos no hagas siempre lo mismo”. Este pensamiento tan sencillo y fácil de entender no es aplicado con frecuencia en el quehacer cotidiano de la mayoría de las personas. Sin embargo, en un mundo tan diverso y cambiante, e interconectado, en el que los eventos se suceden de una forma tan rápida, conviene llevar continuamente en la memoria, la corta expresión salida de la mente del genio hebreo.

Hay principios universales clásicos que se tornan en pilares fundamentales de naciones, y que parecen para muchos, cual si fueran eternos e inalterables. Nada más erróneo, aferrarse a una línea de pensamiento sin ajustarla a la época, circunstancias y lugar en que se vive pudiera llevarnos a la utopía. El Internet, la inteligencia artificial y pronto la computación cuántica nos obligarán a reinterpretar la realidad de la brevedad vital y la del ser, así como la dependencia mutua de Estados grandes y pequeños, pueblos con distintas lenguas y costumbres, enlazados todos e intercambiando bienes y servicios. Ya estamos siendo testigos del comercio en línea, ahora nos falta crear una atmósfera universal de paz, entendimiento y cooperación entre la población y el resto del mundo ecológico circundante vegetal, animal, acuático y aéreo.

Puede leer: Necropsias en el siglo XXI

Primero lo primero: dejemos de vernos como enemigos; ayudemos a construir un clima de confianza para que se derritan de modo natural los muros y fronteras que nos separan cual trincheras mortales. Que hombres, mujeres y niños puedan moverse por la faz de la tierra con pasaporte terrestre con visado a perpetuidad al espacio sideral. Hagamos del conocimiento un bien inagotable gratuito disponible sin restricción para todo individuo en capacidad de absorberlo.

Eduquemos la vista, el oído, el gusto y el olfato para que ellos acepten con amor a toda la mancomunidad viviente sin urticaria ni otra manifestación de alergia a quienes habitan el planeta.
Cesen las intrigas y el odio y su lugar que lo ocupen la compresión, los nobles pensamientos y la confraternidad. Busquemos las coincidencias en vez de las divergencias. Unamos la descosida alfombra de la contemplación y admiración entre las etnias. Creemos un ejército internacional con luchadores que lleven por consigna su lucha por una vida larga y sana universal. Comida, agua, vestimenta, techo, educación y salud de norte a sur, este y oeste global para todos y todas.

Revivamos a Calderón de la Barca para que rehaga “La vida es sueño” y luego disfrute como realidad concreta una relectura de los capítulos salidos del cerebro de don Miguel de Cervantes y condensados en la gran novela moderna “El ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha. En ésta el personaje central se pone como objetivo “defender a los menesterosos, desamparados, débiles y doncellas con el fin de restablecer la justicia”

Don Calderón, resucite y cambie ese verso final que reza: “¿Qué es la vida? Un frenesí / ¿Qué es la vida? Una ilusión, / una sombra, una ficción, / y el mayor bien es pequeño:/ que toda la vida es sueño, / y los sueños, sueños son”.

El mundo de hoy urge de un batallón de espartanos pensadores de paz y de amor.