Pensándolo bien,
Tu cumpleaños no es cada año,
Tu fecha de nacimiento es la madrugada
Por eso te felicito y me felicito cada mañana.
Pensándolo bien,
Eres como un rato, eres todo el tiempo
Por eso me paso el día esperando el beso
Del próximo encuentro.
Pensándolo bien, pensándolo bien,
No nos encontramos demasiado tarde
Cuando nos miramos en aquella tarde.
Sucede que a veces la vida comienza
Cuando la experiencia encuentra el amor.
Ah… ah… ah…
Pensándolo bien,
Tu cumpleaños no es cada año
Tu fecha de nacimiento es la madrugada
Por eso te felicito y me felicito cada mañana.
Pensándolo bien, pensándolo bien,
No nos encontramos demasiado tarde
Cuando nos miramos en aquella tarde.
Sucede que a veces la vida comienza
Cuando la experiencia encuentra el amor.
Ah… ah… ah…
Pensándolo bien
Tu cumpleaños no es cada año
Tu fecha de nacimiento es la madrugada
Por eso te felicito y me felicito cada mañana.
Cumpleaños… feliz…
Rafael Solano, Pensándolo bien
Todos hemos tenido que lidiar con las ausencias durante este largo período de cuarentena. El lunes 4 de este mes de mayo, mi primer nieto, Rafael Eduardo, cumplió 15 años. ¡Increíble! Tuve que conformarme con verlo de forma virtual (¡dichoso zoom!) y mandarles besos y abrazos a través de una fría pantalla.
Parece que fue ayer que le escribí un artículo en el que hablaba de mi primera experiencia como abuela, sin haber sido totalmente madre. Aquella noche mi corazón se llenó de sentimientos tan maravillosamente contradictorios, hasta que lo tuve en mis brazos y mis dudas se esfumaron. Hoy es un jovencito bueno y formal. Nos amamos sin condiciones, a pesar de que él sabe que soy su abuelastra. Pero, como él dice, soy su abuela. Y cuando lo escucho, mi corazón se llena de gozo.
Mayo es un mes muy cercano para nosotros. Además de mi Rafa, como le digo cariñosamente, cumple años la hija de mi corazón, Arancha, la que me regaló Lucas. También celebran sus aniversarios mis sobrinos Angélica y Carlos, mi cuñada Margarita, y, sobre todo, el hombre que me ha acompañado los últimos 27 años de vida, mi Toli.
Rafael y yo nos encontramos en el camino, a pesar de haber iniciado la ruta de la adultez, acompañados por otras personas. Ausencias y soledades distintas, porque él quedó viudo muy joven y con dos hijos adolescentes y yo había roto una relación complicada, y tenía deseos de encontrar un compañero para toda la vida. El azar, como dice Joan Manuel Serrat, es caprichoso. Nos reencontramos en otro ambiente laboral, después de haber sido colegas. Estábamos cada uno en circunstancias especiales, aprendiendo a lidiar con el dolor y la soledad. Se encendió la chispa y desde ese momento hemos sido inseparables.
Mañana domingo 17 de mayo mi Toli llega a la edad de la sabiduría. Cumple 75 años plenamente vividos y muy bien conservados. ¿Qué puedo decir? Que soy más que feliz de celebrarlo a su lado, aún en medio de estas circunstancias, de las separaciones impuestas y las distancias obligadas. Y, como en la cultura china, las verdaderas celebraciones se realizan después de los 60 años. A esa edad se ha ganado el mérito de haber vivido con dignidad.
Rafael, siempre lo he dicho, es un hombre esencialmente bueno, como definen los taoístas a los seres superiores. Estoy escribiendo este Encuentro, a su lado, pero sin sospechar que escribo sobre él y mi vida a su lado. A mi Toli no le gustan las alabanzas, ni los elogios. Es un hombre demasiado estoico y humilde para aceptar su gran valor como padre, esposo, abuelo, amigo, hermano, cuñado y tío. No le gustan las estridencias, ni las muchedumbres. Prefiere la celebración íntima, con los suyos. Le cuesta aceptar que es un referente, un símbolo, una fuente de luz en esta sociedad enferma, caracterizada por el poder económico y político, por encima de los valores.
A veces, y ahora más en esta cuarentena, a la luz de la luna y acompañados de una copa de vino conversamos sobre temas profundos, reflexionamos acerca de la vida y sus enigmas, especialmente ahora, en este preciso momento, en que ambos estamos en el atardecer de nuestras existencias.
Me sorprende la profundidad de sus pensamientos. Es un pensador. Es capaz de tomar los insumos que ofrece la cotidianidad para pensar y preguntarse ¿por qué? ¿por qué pueden suceder esas cosas? Lo he visto llorar de rabia ante las injusticias; o, simple y sencillamente, porque le conmovió una puesta de sol o un amanecer.
No es un hombre perfecto, ¡nadie lo es ni puede llegar a serlo! Tiene sus momentos. Somos iguales y ¡tan diferentes! Soy abierta, inquieta, espontánea, romántica… me gusta estar entre la gente… Mi Toli es un hombre tranquilo, sensible, rabioso, que adora la soledad. Y, a pesar de nuestras marcadas diferencias de personalidad somos almas gemelas que miran en una misma dirección.
Su trayectoria personal y profesional ha sido y así será siempre, un monumento a la ética, al servicio y a la educación. Su vida, como la mía, ha estado siempre vinculada al sector, principalmente desde la vida universitaria. Pocas personas conocen tan bien el sistema educativo dominicano, lo estudia, lo piensa y siempre hace interesantes análisis y propuestas.
Quiero dar las gracias a la vida, por esta nueva oportunidad de encontrar un verdadero compañero en el camino. Veníamos con una carga emocional pesada, pero hemos aprendido a llevarla juntos. El trayecto ha sido largo, con sus alzas y bajas, pero ha sido hermoso.
Doy gracias al cielo por haber tenido a Rafael como compañero en estas casi tres décadas de vida en común. Juntos hasta que expiremos nuestro último aliento. Feliz cumpleaños, Toli, mi Toli. ¡Brindo por tu vida! ¡Brindo por nosotros! ¡Brindo por ti! ¡Brindo por la familia que reconstruimos!