Pensar bonito” (Editorial Zeith) es la más reciente producción intelectual del psicólogo español Tomás Navarro. Disfruté esta por los elementos positivos que enfoca, donde describe que lo que pensamos afecta nuestra relación con los demás y con nosotros mismos. Sugiere en su libro que el “pensar bonito” nos ayuda a vivir una vida más armónica, acorde con nuestros deseos y prioridades.
Sugiere el autor unas 8 técnicas para pensar bonito: lo primero es ser consciente de que en algunos momentos nosotros no pensamos adecuadamente, cuesta aceptar este punto con humildad. Llama también a considerar otro aspecto y es el que no siempre tomamos las decisiones correctas.
De las 8 consideraciones sugeridas, el autor señala que se quedaría con la de mayor importancia, esta es con la recomendación de una autoestima adecuada, ya que la baja estima nos bloquea y limita, pues con ella así nos sentimos opacados con frecuencia. ¿Es posible el pensar bonito desde la infancia?, la respuesta es sí, trabajando la autoestima y la seguridad desde temprana edad. De esto doy fe pública por nuestra experiencia con mis hijos y nietos.
Les inculcamos temprano el luchar siempre por lograr los primeros lugares, pero con humildad y felizmente se llevaron todos los premios de excelencia en el colegio Babeque y en UNIBE ya como profesionales, les correspondió el alto honor de decir los discursos por igual, en sus noches de graduación, con la inmensa satisfacción familiar que eso conlleva.
Debemos también evitar el «efecto halo», esta es la falla de tomar decisiones en relación con nuestro estado emocional alterado, nunca tome usted decisiones importantes en condiciones con un ánimo bajo. Siempre habrá una forma de cambiar un triste y distímico estado emocional, con: un paseo, una caminata, un conversatorio agradable, una copa de un buen tinto, etc. Veamos la complejidad del pensar, relacionado con los modos cognitivos bajo los cuales operan nuestros pensamientos.
Es indispensable que la bioquímica actúe sobre los circuitos que generan o manipulan imágenes y pensamientos en nuestros cerebros (dopamina, serotonina, oxitocina, acetilcolina, etc.). Es en este contexto del pensamiento cerebral variable, es donde actúa la llamada plasticidad cerebral, que define la capacidad adaptativa y restauradora de las cambiantes neuronas que generan el pensamiento humano.
Planteado así, existen entonces dos mecanismos neuronales que subyacen en los sentimientos: el primero temprano, es el proceso, de «la actividad neuronal», que se forma por estímulos directos de los sentidos. Esta es una representación organizada de nosotros mismos en las cortezas cerebrales sensoriales, es la actividad que forma transitoriamente una representación “fotográfica” en nuestro cerebro.
La otra es en la llamada “zona de convergencia”, este es el mecanismo racional llamado «yo neural», con la participación de áreas frontales cerebrales, donde está el centro rector de nuestra compleja conciencia, la que nos dota del raciocinio superior, muy estudiado por la neurobiología.
Es decir que sí podemos hacernos pensar bien, siempre con la decidida disposición para el éxito y con las metas claras para alcanzar el triunfo. Enseñemos a condicionar esos cerebros positivamente, para que así sigan todos “pensando bonito” y alcancen las excelencias para esas inmensas satisfacciones académicas y emocionales para padres y abuelos.