Los diversos partidos de nuestro sistema político no deben ni pueden darse el lujo de “perderse” tras la búsqueda de lo que bien podría ser una buena representación en su candidatura presidencial.
Llueven las ofertas en los diferentes partidos. Muchos, aunque tengan los recursos necesarios y cuenten hasta con ciertos niveles de simpatía en uno que otros de los litorales, principalmente en alguno de los medios de comunicación más influyentes del país, la gran mayoría, repetimos, no cumplen con el perfil de lo que bien pudiera ser el candidato aunque no ideal, por lo menos el que más se asemeje a lo que el pueblo dominicano realmente aspira.
Solo en el oficialista Partido Revolucionario Moderno (PRM), hay una matrícula de 8 aspirantes, en el de la Liberación Dominicana (PLD) 5, mientras que en la Fuerza del Pueblo (FP) allí hay dos aspirantes a la presidencia del país, esto solo por hablar de estos tres partidos.
Ahora bien, dentro del presente contexto nos hacemos las siguientes preguntas: cuentan esos precandidatos con el perfil que busca nuestra idiosincrasia?, representan esos aspirantes el sentir de los diferentes sectores populares?, o más sencillo aún, representan esos candidatos el sentir de las grandes mayorías o saben cómo viven muchos de los dominicanos de los llamados “hijos de machepas”?, creo que la gran mayoría de estos no saben en su justa esencia el verdadero significado de lo que sienten nuestros hombres y mujeres que viven dentro de la línea de la pobreza.
Es por ello que como estudioso del comportamiento del quehacer político del país, de manera humilde nos atrevemos a esbozar algunas ideas de lo que consideramos debe ser el perfil que entendemos más se asemeja a lo que nuestra realidad demanda en estos momentos en cuanto a las candidaturas a la presidencia del 28 se refiere.
Veamos:
Además del conocimiento y/o dominio de los principales temas que gravitan en el discurso de l@s candidateables, quienes aspiran a la presidencia del país, entre otras cualidades, deben de tener una dosis de cierto “tigueraje” que por momento los aleje de lo que es el puro formalismo del saco y la corbata, o las blancas e inmarcesibles chacabanas blancas que más que otra cosa provocan cierto alejamiento de ese sector que busca acercarse para tocar a ese que desea colocarse la banda y resolver sino todos, por lo menos una parte de nuestros problemas como nación.
Estos deben también tener un discurso parecido al pueblo llano, que se identifique no solo con las necesidades propias de nuestras comunidades, sino que sea humano, piense como humano y hable como humano, pues al fin de cuenta es con humano que de obtener el poder esa persona lidiará.
Ser comunicativ@, elocuente, vivaz, poseedor (a) de ese encanto que solo es perceptible en quienes tienen lo que llamamos el “ángel político”, cualidad esta que no es más que la capacidad que tienen ciertas personas de caer bien sin siquiera abrir su boca, pero ojo con esto! cuando este tipo de persona no responde a las necesidades de ese pueblo que lo escogió, el mismo suele convertirse en el “demonio político” y de ahí pasar a ser de un ente querido a una persona odiada.
Debe ser sobri@ y demostrar que además de las condiciones anteriores, tener sentimientos y otras cualidades muy propias en quienes enarbolan un tipo de discurso con palabras que sean no solo parecidas al mismo pueblo, sino que estas también sean parte del pueblo.
Es por ello que hoy día, más que un (a) candidat@ con suculentas teorías, discurso con el llamado “verbo dominguero”, impecables camisas con sus nombres bordados en hilos dorados, o trajes de saco y corbata así como un ejército de hombres bien pagados para que nadie se le acerque, el candidato ideal, debe ser una persona práctica, pero con conocimientos de lo que dice y a lo que piensa ir, lo demás, es lo demás….