Un teniente de la Policía Nacional, que integraba una patrulla que supuestamente realizaba un operativo, identificado como Calderón M, detuvo a la periodista Llennis Jiménez a punta de pistola, la obligó a salir de su yipeta y la detuvo en plena calle por espacio de media hora.
Incluso, ejerció violencia contra ella, cuando le tocó el pecho con su dedo, para acusarla de querer escapar y advertirle que no se iría del lugar hasta que él concluyera.
“Nunca terminó la revisión del vehículo y sin yo mostrar comportamiento rebelde, llamó a una mujer policía para que me diera golpe, la cual se presentó diciendo a quién es que hay que darle”.
Durante ese tiempo no concluyó la inspección del vehículo y amenazaba con trasladarla a un destacamento.
“No me identifiqué como periodista porque necesitaba saber el motivo por el que ese teniente ejercía abuso de poder contra una ciudadana indefensa y que transitaba con todos sus documentos al día”.
Afirma que pensó “si esto es lo que le hace a una mujer, qué no le hará a un hombre este policía”.
El hecho se produjo en la avenida Independencia, a la altura del kilómetro diez y medio.
Jiménez explicó que salió de su residencia el pasado jueves, alrededor de las 10:10 de la noche para asistir a la celebración de toma de posesión de la nueva junta directiva del Colegio Dominicano de Ingenieros, Arquitectos y Agrimensores (Codia)
El Hecho. Indicó que a eso de las 10:15 de la noche conducía por la avenida Independencia, frente a la Casa de España, donde estaba la patrulla. Delante iba un motorista sin casco protector, por lo que cuando el agente hizo la señal de pare, entendió que era al motorista que le hacía la seña.
“El teniente Calderón M., inmediatamente, levantó su arma y apuntó. Me asusté. Le pregunto desde el vehículo, que si era a mí que me apuntaba, y me dijo que sí”, afirma la comunicadora.
Dijo que el teniente, vestido de color gris y con una gorra de la Policía le ordenó estacionarse detrás del cono, en el espacio de la requisa. Ella bajó del vehículo insistiéndole por qué le apuntó con un arma, si no había necesidad, le cuestionaba si intentaba matarla, sabiendo que era una mujer.
El teniente Calderón M., le respondió que le apuntó porque ella intentaba huir. Jiménez lo acusó de mentir y lo grabó con la cámara que portaba.
“Al parecer eso lo molestó, porque desde ese instante, hizo todo cuando pudo para violar mi libertad de tránsito, consagrada en la Constitución”.
Jiménez señala que el policía, primero, hizo intento de revisar la yipeta. Luego, alegadamente llamó a la central de la Policía para que le dieran informaciones sobre el vehículo. En eso pasó bastante tiempo y, dejaba pasar otros vehículos, como el de un coronel, de quien otro agente dijo que no lo requisaban porque se trataba de un coronel, “de un jefe”.
Ella le dijo que su vehículo estaba legal, que había sido depurado en la Dirección General de Impuestos Internos.
El policía se alejó de ella y cuando se acercó, le solicitó la cédula, la licencia y la póliza del seguro. Los revisó por un buen tiempo y se los entregó. Fue en ese instante en que la policía se presentó con otro agente en un motor, y dando golpes en la puerta de la yipeta, preguntaba por la persona que merecía ser golpeada. Cuando la periodista le dijo que antes de golperla, iba a filmarla con la cámara, desapareció del lugar.
El teniente decidió devolverle a Jiménez los documentos y despacharla, pero cuando estaba montada en la yipeta, le volvió a requerir la licencia de conducir. Esta vez, ella se enojó y se marchó dejando el documento. Empero, a una esquina optó por volver por la licencia, pues temía que la perdieran.
Cuando regresó al lugar, un policía raso parecía dibujar el nombre en un pedazo de papel.
Ella le exigió que concluyera con tanta vejación y le advirtió que al día siguiente, empezaría a reclamar sus derechos y a denunciar la humillación y abuso que cometieron.
El teniente le entregó la licencia tocándola con un dedo en el pecho, debido a que se acercó para verle el nombre. “El mismo me dijo, soy el teniente Calderón M”.
Una mujer que siempre estuvo en la patrulla, que al ver la cámara se cubrió el rostro y que se mantuvo al margen de lo sucedido, le advirtió: “comando, respetuosamente, pero no puede tocarla”.
El teniente le respondió: “yo, sí puedo”. Ya en la yipeta, para irme al fin, la mujer del rostro tapado, me dijo: “vaya tranquila, usted tiene razón”.
Jiménez afirma que no le pasó por la cabeza llamar a un policía o militar amigo para que detuviera a ese teniente y “la patrulla cómplice de ese trato vejatorio, porque la escena le parecía una película.
El agente insistía en preguntarle quién era ella, a lo que le respondía la periodista que era una simple ciudadana, que conocía sus derechos, los mismos que él lesionaba.
“Saben, esta clase de policía debe ser sancionada. Los ciudadanos que trabajamos, pagamos impuestos y nos comportamos de acuerdo a la norma, no merecemos que salvajes como ese, sean designados para tratar con personas”. Concluye Jimenez.