Explican que ver cómo mueren los pacientes por el virus o no poder atenderlos les ha traumado
La Clínica Cruz Jiminián se ha convertido en la muestra extrema de la desesperación de pacientes con Covid-19 y del drama que viven los familiares de estos, que buscan una asistencia que no alcanza para todos.
Los testimonios de los médicos y enfermeras situados en esa primera línea de fuego ante la gente atrapada por la enfermedad expresan como les ha afectado ver gente morir ante sus ojos y no poder ayudarles, debido a la sobrepoblación de casos, la escasez de camas y la ocupación de tanques de oxígeno en momentos pico.
“La situación ha sido un verdadero drama. Eso a mí sicológicamente me ha afectado bastante. Me deprime”, cuenta el doctor Santiago Calderón, quien como gerente coordinador del área Covid-19 del popular centro de salud ubicado en el sector de Cristo Rey, recibe diario entre 6 y 10 pacientes diarios afectados por la pandemia.
Explica que, como médico, aunque se crea cierta coraza, la angustia se acrecienta cuando en medio de la desesperación por una situación crítica les tienen que decir a familiares de los pacientes, que no hay donde acostar al paciente. “Es algo muy duro que alguien ande con un ser querido necesitando oxígeno y tú no puedas asistirlo. Esos pensamientos se quedan y en la noche no duermo”, admite el doctor Calderón ante la situación humana que reconoce les golpea a diario y los hace traumarse.
Destacó que, aunque sus colegas del personal de salud no lo expresan, todos tienen una situación sicológica difícil. “Somos seres humanos también y médicos por vocación que trabajamos en un lugar donde viene gente muy humilde, de escasos recursos y con pocas opciones para la salud, por lo que es mucho más impactante”, reveló.
Mientras que para el doctor Víctor Arias, quien coordina el centro de vacunación que funciona en el Centro Olímpico, admite que el golpe emocional y físico es fuerte. “Al principio fue duro ver el número de casos, estar lejos de tus familiares y ver conocidos morir, nos afecta”, dijo Arias quien nunca deja de insistir en que la gente acuda a inocularse.
Destaca con algo de risa forzada, que todos, una u otra manera han tenido pasar por cierto proceso sicológico para asimilar lo que consideró un “golpe que nos noquea” y les arranca el ciclo de vida.
El joven galeno reveló que otro aspecto difícil de digerir ha sido el hecho que muchos deciden poner distancia porque saben que se encuentran en la primera línea de combate de la Covid-19. “Cuando ibas a los supermercados y decías que eres médico, la gente se te alejaba. Uno como médico lo entiende, pero obviamente son de las cosas que emocionalmente quizás pueden afectarte un poco”, expresó el experto de la salud Víctor Arias.
La situación con los jóvenes. En un recorrido hecho ayer por varios centros de salud, se pudo observar en menor grado, a los jóvenes vacunándose. Sin embargo, la realidad de la Covid-19 y sus efectos fueron visibles en una de las emergencias con Estefanía Rodríguez, una joven de 24 años de edad, que esperó tener dolor de cabeza, cuello y espalda para acudir despavorida a tratarse. “Como no tenía síntomas no había venido”, dijo con pesar Rodríguez mientras rodeada por otros pacientes infectados invitó a otros jóvenes a vacunarse “porque el Covid existe”.
Reconoció con lágrimas en sus ojos que ahora su gran preocupación es no poder curarse. “Ahora sí me preocupa mi estado de salud”, reveló.
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Se vacunó al final
En el Hospital Materno Infantil Santo Socorro estaba la joven de 22 años de edad, Katherin Rodríguez, sometiéndose al proceso de aplicarse su primera dosis de la AstraZeneca. Admitió no quería vacunarse pero que lo hizo debido a “a la presión que ellos tienen”. “No quería ponérmela porque hay algunas gentes que dicen que no, que eso es pa’ matarnos”, dijo desatando la risa de los que le rodeaban, incluyendo a su madre, quien se notaba feliz por lograr que se vacunara.