El sobrevivir y el luchismo social, son dos acciones desgastantes, generadoras del estrés crónico que afecta desde el cerebro hasta la piel. Es como la hipertensión arterial, un enemigo silente que vive con usted, que le afecta, y cuando presenta síntomas ya algún órgano se ha afectado. El estrés, el ambiente de caos, de desorden, de ruidos y de contaminación, ejercen una carga emocional y conductual negativa que afecta la armonía, el bienestar y la calidad de vida. Desde temprano, empezar el día en plena autodefensa, exponiéndose, cuidándose o protegiéndose de un tránsito de guerra, de vendedores ambulantes y limpia vidrios que te agreden y ofenden por decir que no. Escuchar la radio o leer los periódicos cargados de noticias desagradables, o ver los noticieros de la televisión dando los nuevos días: muertes, accidentes, atracos, femenicidios, basura, problemas de hospitales, conflictos en la justicia, abuso de niños, etc. Son largas listas de crisis, conflictos, que sostenida en el tiempo refuerzan e influyen en nuestras formas de pensar, de sentir y de actuar. De ahí que vivimos como una sociedad estresada, a la defensiva, agresiva, conflictiva, desafiante, insolidaria y poco altruista.
Ese estrés crónico influye en el comportamiento, en las emociones, en la psicología y la autoestima del tejido social, cambiando para mal la mentalidad y comportamiento del dominicano: gregarismo social, el colectivismo, la cultura del buen trato, la convivencia pacífica y armónica, la cultura de paz y de compasión social. Pero también se impone el individualismo, la intolerancia, la deshumanización, la desesperanza y la impotencia social. Una sociedad con estos indicadores rompe con sus hábitos, sus costumbres, su identidad y sus valores. La psiquis colectiva se afecta respondiendo con paranoia social, con autodefensa o reaccionando de forma temeraria y descontrolada ante situaciones que deben responderse con educación, autocuidado, reflexiva, tolerante o a través de la comunicación, la reflexión y la negociación inteligente.
La adversidad, el estrés y el caos sostenido por mucho tiempo impactan socialmente. A unos grupos les afecta su salud: infarto, apoplejía, accidentes cerebro vascular, hipertensión arterial, fibromialgia, fatiga crónica, etc. Otros se afectan en su estado psico emocional: depresión, trastorno de ansiedad, ataque de pánico, trastorno del sueño, enfermedades psicosomáticas, alcoholismo, abuso de fármacos, etc. Pero también aumentan los conflictos de parejas, las disfunciones sexuales, los divorcios, el desamor, y el desinterés por la vida marital.
Las personas no suelen valorar los indicadores psicosociales que les impactan y les reproducen trastornos en sus vidas. Diría que solo lo sufren, se asfixian y se angustian quienes no saben cómo responder, o qué hacer para que el estrés crónico y la adversidad no les consuman la vida. En lo que la sociedad se organiza y prioriza un proyecto de sociedad saludable con calidad y calidez de vida, prepárese de forma individual para organizar un proyecto de vida resiliente frente a la adversidad. La resiliencia social enseña a buscar soluciones o respuestas ante el riesgo, la adversidad y el estrés crónico. Es decir, aprenda a vivir dentro de estas condiciones, con estos riesgos, pero procure no ser víctima de ellos, que no le afecten ni controlen sus vidas, la de su pareja ni la de su familia. Para ello, un resiliente se ocupa de organizarse en diferentes áreas: caminar, escuchar música, leer, practicar un deporte, buscar espiritualidad, juntarse con los hermanos y amigos oxigenantes y nutrientes; nunca con los tóxicos y lugares estresantes. Planifique mejor su tiempo, organice sus finanzas, tenga más de una fuente de ingreso, practique el ahorro, abandone los habítos tóxicos, no se jubile antes de tiempo, y planifique su adultez. Recuerde que hay edades en la que no se puede inventar ni en lo económico, ni en los hábítos, ni en el cambio de familia y amigos que le han funcionado en la vida. La resiliencia enseña a aumentar los factores protectores para hacerle frente a los factores de riesgos psico sociales, al estrés y a la adversidad. No apueste a Supermán, al machismo crónico, a la adicción del trabajo, ni ser súper mujer. Sea resiliente social, aprenda a vivir en la adversidad, asumir propósitos, asumir el timón de su vida, descargue la mochila emocional negativa para viajar más liviano y más feliz.