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A través de esta serie de artículos nos proponemos contribuir al análisis del financiamiento de nuestro sistema de instituciones de educación superior dando muestra de nuestro deseo de disponer de una universidad mejor. Con ese propósito, estimaremos el orden de magnitud de los recursos financieros que serán necesarios emplear para que el desarrollo que experimente dicho nivel durante las próximas décadas satisfaga nuestras aspiraciones. Asimismo, analizaremos algunos mecanismos y fuentes de financiamiento que podrían generar recursos adicionales para el desarrollo de este nivel educativo en la República Dominicana. Específicamente, pretendemos responder a las siguientes preguntas: ¿Cómo ha sido el comportamiento de la educación superior de nuestro país y a cuánto se ha elevado el monto de los recursos necesarios para financiar el desarrollo de la misma? ¿Cuál será la dimensión de la demanda por educación superior pública en nuestro país en las próximas décadas? ¿Cuál será el monto de los recursos financieros que serán necesarios para satisfacerla? ¿Cómo se relacionarán estos recursos con el crecimiento económico que probablemente experimente nuestro país?
Actualmente, casi todos los países de la América Española y el Caribe están expuestos a fuertes desequilibrios externos. Tratando de contrarrestarlos, esas naciones han tenido que endeudarse cada día más y recorrer a frecuentes desvaluaciones de sus monedas, la que a su vez han provocado procesos inflacionarios que han implicado fuertes reducciones en la inversión, el empleo, y por consiguiente en la actividad económica.
El sistema dominicano de instituciones de educación superior se ha venido trasformado de manera significativa a partir de la caída de la tiranía trujillista: el número y la proporción de estudiantes son cada vez mayores; hay una gran diversidad de instituciones de educación superior con fines y funciones variadas; se han multiplicado y diversificado las clases de estudiantes, de programas y de personal académico; igualmente, se han incrementado las exigencias y competencias a las que enfrentan nuestras Altas Casas de Estudios.
La Pontificia y Real Universidad Autónoma de Santo Domingo ha venido experimentando en las últimas décadas cambios en su estructura y composición, en su papel e imagen ante la sociedad, en los objetivos que se traza, y en la organización que toma para alcanzarlos. Algunos de estos cambios, como el relativo a la presencia de la mujer, han ocurrido a gran velocidad y son claramente perceptibles. Después de 480 años de haber sido fundada, por primera vez una mujer ocupa el cargo de Rectora de la Universidad Primada de América.
La UASD muestra hoy una gran apertura cuando se le compara con la situación que prevalecía en ella hace unas cuantas décadas.
La expansión de la más antigua Casa de Estudios del Nuevo Mundo, es el resultado de la incorporación a ella de miles de jóvenes que antes no hubieran podido acceder a la misma; de mujeres que participan en todas las áreas y son mayoría en muchas de ellas; de minorías socioeconómicas previamente marginadas; y de adultos que aspiran a obtener el título profesional que no pudieron alcanzar cuando jóvenes.
¿Cuál es el perfil que deseamos para la educación superior de nuestro país en el siglo 21? Nada más y nada menos que el disponer de un conjunto de instituciones de educación superior con una misión bien definida, con estructuras curriculares flexibles y adaptadas a las demandas del momento.
Deseamos disponer de universidades y de institutos politécnicos superiores que reciban el apoyo de la sociedad a través de mecanismos financieros diversificados, a cambio de que las mismas rindan cuentas claras sobre el uso y la cuantía de los bienes recibidos.