Perspectivas para el 2024

Perspectivas para el 2024

Bernardo Vega

Hace 40 años que no sufrimos por procesos electorales fraudulentos pues el último fue en 1994. Esa es una etapa superada dentro de nuestra dinámica democracia y este año nuestras elecciones serán libres y sin trampas.

Las tres últimas encuestas de empresas internacionales que operan en nuestro país, Mark Penn, Gallup y Greenberg indican que Luis Abinader hoy día cuenta con una ventaja mínima de entre 15 y 25 puntos sobre su más cercano rival. Eso significa que si las elecciones fuesen hoy ganaría Abinader, a pesar de la vigencia del sistema de balotaje.

Pero no importa quién gane nada nos saca de la necesidad de una reforma tributaria que obligue a los ricos que no pagan impuestos a que lo hagan, pues las leyes de incentivos de ayer cubren hoy sectores ya muy dinámicos. Dicha reforma tributaria es necesaria porque tenemos más de una docena de años consecutivos con déficits fiscales, ocasionados, en gran parte, por las pérdidas de las tres distribuidoras de electricidad. Un 40% de la energía generada no se cobra, ya sea porque el usuario ni tiene contador, o porque lo tiene, se le factura, no paga pero no se le corta la luz, lo que estimula a los vecinos que sí la pagan a no hacerlo. Es una historia vieja. En 1931, en medio de la gran depresión mundial, Trujillo, falto de dinero, vendió a una empresa norteamericana la compañía estatal de teléfonos y desde entonces todos los dominicanos pagan religiosamente su factura telefónica, representada hoy día por el uso de celulares que requieren estar al día en su pago para poder operar. Veinte años después Trujillo hizo que el Estado comprara a la compañía norteamericana que generaba nuestra electricidad y desde poco después los dominicanos consideran que se trata de una “empresa del pueblo” y optan por no pagar la luz. Habría que reconocer, sin embargo, que, en barrios muy pobres, cuando se obligue a pagarla, algunos de los más pobres habría que aumentarles el uso de su tarjeta de Solidaridad.

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La lucha por obtener el 4% del PIB para la educación tuvo éxito, pero no se ha reflejado en una mejoría importante en la educación de nuestros hijos. El nuevo gobierno, sea el que sea, tendrá que enfrentar el problema del sindicato de profesores, y la baja calidad de estos y, tal vez, sobre la necesidad de importar maestros desde España, Cuba o Venezuela. En adición, el empresariado privado podría masificar un programa de becas para que los pobres con mejores notas en las primarias puedan pasar a escuelas privadas existentes en sus comunidades y así recibir mejor educación. Para mejorar la distribución del ingreso por años se ha sugerido una reforma tributaria progresiva y reformas agrarias, pero la realidad ha demostrado que la forma más eficiente para salir de la pobreza es otorgando una buena educación a nuestros hijos, sobre todo en escuelas técnicas. Necesitamos más expertos en computación y menos abogados.

Nuestro mundo enfrenta un rápido deterioro en el medio ambiente que en nuestro país se refleja en regímenes de lluvias inusuales y deterioro de nuestras playas. Nuestra generación a nivel mundial será condenada por haber provocado un deterioro medioambiental que afectará a hijos, nietos y biznietos. Otro reto universal es cómo aplicar la inteligencia artificial para beneficio de nuestros ciudadanos y no para perjuicio de los mismos. Sobre todo, debe evitarse que esa inteligencia artificial, rememorando el “1984” de George Orwell, debilite a nuestras democracias. Es seguro que las elecciones del 2024 en Estados Unidos serán utilizadas por rusos y chinos para ayudar a Trump a través de noticias falsas y “bots”. Ojalá no ocurra algo parecido en nuestro país.

Finalmente, el mundo enfrenta la posibilidad de que por falta de apoyo norteamericano y europeo Putin venza en Ucrania y, estimulado su apetito, incluya a Georgia, Polonia, Eslovaquia y hasta tal vez, a Finlandia en sus planes de expansión. La guerra entre Hamas e Israel ya está afectando las rutas marítimas del Mar Rojo lo que encarece los fletes internacionales y, sobre todo, el combustible. Por suerte, el aumento en la producción petrolera en Estados Unidos, Canadá y ahora Guyana, está convirtiendo a nuestro hemisferio en autosuficiente en combustible, lo que pronto descartaría nuestro uso de energía procedente del Medio Oriente.

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