Con motivo de la convocatoria de la Fil 2023, hemos tenido la oportunidad de conducir un encuentro literario sobre «Philip Roth, “un escritor estadounidense de ascendencia judía”. Sus abuelos, emigrantes polacos llegados a Estados Unidos a finales del siglo 19, sufrieron los inicios de la intolerancia hacia la comunidad judía de los países de Europa del Este, perseguidos tanto en Polonia como en Hungría y Rusia.
Philip Roth nació en 1933 en Newark, New Jersey, y durante toda su vida, después de largos estudios en literatura y filología, se impuso en el mundo de la literatura sin hacer caso a los críticos, a los «especialistas y mucho menos al medio de lo políticamente correcto. Su obra atrajo un gran lectorado en Francia por el espíritu crítico y la ironía que manifiesta en cada uno de sus libros.
Para llegar a ser el escritor que fue rompió con la herencia confesional y religiosa para convertirse en un ciudadano norteamericano crítico declarando «Yo soy mi literatura».
Efectivamente, el conjunto de sus novelas como de sus ensayos pronuncian situaciones humanas que exteriorizan gracias a su escritura libertadora, la verdad de un ciudadano con un ojo agudo y veraz indicador de situaciones humanas que el escritor expone con un sentido de la ficción, nutrida de la realidad existencial.
Puede leer: Las musas de Said, Amaya y Fermín
Una ficción que escenifica los dramas colectivos surgidos de las lecciones de la Historia, como es el caso de «La conjura contra América,” evidenciando a Charles Lindbergh ganando las elecciones de 1940, inspirador de una matanza secreta de judíos…Despertando claramente la idea que, en cualquier lugar del mundo, hasta en el país más desarrollado, el antisemitismo está vigente…después de sus largos estudios universitarios, se impone en la escritura e inclusive introduce, para más complejidad, un personaje llamado Roth que jugará el papel una doble función, personaje de ficción y autor de esta.
En sus relatos «Adio Columbus» de 1960, se lleva el Premio Nacional del libro de Estados Unidos, premio que no dejó que los notables judíos, sobre todo los rabinos influyentes de aquellos tiempos de plena guerra fría y de las tensiones que se manifiestan en el Estado de Israel, condenan y censuran la obra; porque no les caía bien la descripción irónica y burlona de la familia Patinkin, judíos ashkenazis, mundanos y asimilados en la clase social acomodada de Estados Unidos; los rabinos influyentes se alarmaron hasta declarar que ese libro era más peligroso para los judíos que los protocolos de los sabios de Sion… Pero el temperamento irónico, el sentido del humor de Roth arma la bronca con una exquisita respuesta «El epíteto judío no significa nada para mí»… Queda claro que el temperamento intelectual, la naturaleza ética y moral de Roth chocaba de lleno con un judaísmo acomodado en el esquema puritano americano. Pero, libro tras libro, el judaísmo cultural los valores heredados de sus abuelos y padres, el gusto por el conocimiento, por la crítica, por una visión de tolerancia, y por la inteligencia irónica de la cultura ashkenazi sellaron profundamente el espíritu libre, libertario, audaz y atrevido de Roth.
Él fue altamente representativo del eco del judaísmo int0electual dentro de la cultura estadounidense. Obras como «La mancha humana, «es una referencia única y extraordinaria de la problemática de identidad racial de un descendiente de la comunidad afroamericana que no encuentra sitio en la sociedad por su color y que ocultándose y disfrazándose de blanco hace todo para ser confundido y asimilado como judío. Roth revela en esta novela un profundo grado de conocimiento de las personalidades humanas dentro de las sociedades discriminatorias, y tiene el talento y la gracia de poner a sus personajes en situaciones extremas, reveladoras de malentendidos y desgracias como le sucede en esta novela al profesor Coleman Silk, condenado por los suyos, por un equívoco con un estudiante, lo que condenara al profesor a la exclusión ética y científica de la universidad convirtiéndolo en víctima de su exceso profesoral, quedando recluido para siempre de su cátedra… Es imposible dejar de pensar que Coleman Silk pudiera ser el mismo autor Philip Roth en algunas de sus complejas situaciones humanas… El profesor acusado de racismo, condenado a una jubilación avanzada, el hombre envejeciente, con excesos sexuales en un momento de complicación de su masculinidad… Todo un despliegue de incidencias narrativas de Roth, reveladoras de él mismo cuando confiesa que él es su literatura.
Tuvo todos los premios literarios de Estados Unidos, desde el Faulkner, hasta el Pulitzer y también el Príncipe de Asturias, que lo consagró como escritor contemporáneo universal, porque Europa, y sobre todo Francia, reconoció en la fuerza de una escritura que es mucho más que un tratado de lo políticamente correcto.
Aconsejamos la lectura de «Némesis», su última novela, de exquisita semántica y planteamiento humano existencialista, que transcurre en su Newark querido, y nos invita a disfrutar de la convivencia de la diversidad cultural y racial, entre jóvenes de ascendencia italiana, afroamericana, judía, enfrentados a las consecuencias de una epidemia de polio, que pone al instructor de deportes de los jóvenes frente al miedo, a la culpabilidad, y a la angustia.
Invitar a Israel en la Fil 2023 fue un gran acierto que nos ha permitido insistir por la inmensidad literaria de una comunidad diasporita literaria de ascendencia judía que le ofrece al mundo las obras de Kafka “El proceso», la narrativa de Marcel Prousr «En busca del tiempo perdido». En ambos casos estos dos autores pertenecieron a la más universal de las literaturas itinerantes, descendientes de una cultura hebrea libre y conectora con el mundo. Digo cultura porque ni Kafha ni Proust practicaron la religión judía.
Roth debe de ser considerado como un escritor mayor de la segunda mitad del siglo 20, un escritor universal libre y liberado de todas las etiquetas de la moral conservadora.