La República Popular de China ha inaugurado su primera inversión económica importante en la República Dominicana. Se trata de Kingtom Aluminio SRL, una planta procesadora propiedad del Estado socialista-capitalista chino, localizada en la Zona Franca de Guerra, Monte Plata. Fue un acto lucido y breve que encabezó el presidente Danilo Medina junto a la representación comercial de Beijing, altos funcionarios e invitados especiales.
Al margen de los beneficios económicos que contiene Kingtom Aluminio para la comunidad de Guerra y zonas aledañas en términos de empleos directos e indirectos -cerca de 1,500, según reportes-, destaco el contexto geopolítico y diplomático a través del cual llega la inversión de la súper potencia china. Ambos países no tienen relaciones oficiales. Sus nexos son, hasta ahora, estrictamente comerciales con representaciones recíprocas tanto en Beijing y Santo Domingo.
Además, todavía República Dominicana pertenece al escaso grupo de naciones pobres que reconocen a Taipéi, Formosa, como la única china, pero ese marco debe cambiar pronto debido a la expansión del régimen de Xi Yin Ping, su trascendencia económica y geoestratégica global y su consistente acercamiento progresivo hacia la República Dominicana en las últimas décadas.
Creo que este es el mejor momento para oficializar las relaciones entre la RD y China comunista; llegó la hora de abandonar con agradecida elegancia diplomática el viejo vínculo con Taipéi reajustándonos a la escena internacional al relacionarnos con un nuevo socio, que es China, el mercado más grande del mundo y quien, al menos, puede ayudar en la aspiración dominicana de llegar al Consejo de Seguridad de la ONU.
Medina no debería amedrentarse con la actual guerra comercial decretada por el presidente Donald Trump contra China. El DR-CAFTA es justo para Estados Unidos, nuestro principal socio comercial.