En una entrevista que concediera a este diario, monseñor José Dolores Grullón Estrella, obispo de la diócesis de San Juan, Azua y Elías Piña, pone de manifiesto la condición de pobreza extrema que padece el 80% de las familias de Elías Piña.
Esta proporción escandalosa fue arrojada por un censo efectuado por el Gobierno para detectar las familias más necesitadas del Suroeste e incluirlas en el Sistema Unico de Beneficiario (SIUBEN), una modalidad de ayuda a familias pobres puesta en práctica como parte de lo que se denomina lucha contra la pobreza.
Hay razones muy poderosas para pensar que este nivel de pobreza extrema no es exclusivo de Elías Piña y que, por tanto, proporciones muy aproximadas, por encima o por debajo del 80%, pueden ser detectadas en otros puntos del país, inclusive en zonas urbanas. Particularmente, la región Suroeste ha sido siempre deprimida y pobre, y más aún en la franja fronteriza.
La gravedad de la condición de pobreza no está determinada solamente por la carencia de bienes y servicios, sino fundamentalmente por la falta de los medios necesarios para obtener esos bienes y servicios.
En el caso de Elías Piña, y seguramente de otras poblaciones igual o aproximadamente tan pobres, la falta de fuentes de trabajo por un lado y las limitaciones educativas y culturales por el otro, condenan a las familias a sufrir hambre y enfermedades y a subsistir en un estado de marginalidad casi absoluta.
-II-
En el discurso de todo político la promesa de luchar contra la pobreza es inevitable; no habría excusa válida para no esbozar planes para ponerlos en marcha una vez en el poder.
Pero los resultados de censos como el que comentamos reflejan una dramática realidad, pues los programas puestos en marcha dejan intacta la pobreza que afecta a las familias.
Aunque con ligeras variantes, los planes de lucha contra la pobreza puestos en práctica por los gobiernos en países como el nuestro se limitan a aligerar la carga familiar por medio de dádivas o subsidios.
No ha habido un ataque decidido y frontal contra los males estructurales que determinan y mantienen niveles de pobreza tan dramáticos como el que ha detectado el propio Gobierno en Elías Piña.
La lucha exitosa contra la pobreza provee los medios para que las familias puedan obtener los recursos necesarios para aliviar sus carencias. Esto supondría crear las condiciones para que se establezcan fuentes de trabajo o para el desarrollo de microempresas de autogestión debidamente asesoradas y respaldadas con financiamientos blandos y sometidos a controles que permitan su recuperación.
Para poder fomentar programas con los alcances señalados se requiere la descentralización de la inversión pública para distribuirla de acuerdo a las necesidades de desarrollo de las distintas regiones.
SIUBEN y otros programas similares tienen alcances y utilidad limitadas y, por tanto, deben servir únicamente como complemento de acciones más ambiciosas, que permitan combatir las raíces de la pobreza.