Poco entusiasmo

Poco entusiasmo

Claudio Acosta

El poco entusiasmo que se advierte en las calles permite pensar que en las elecciones municipales del próximo 18 de febrero se producirá una gran abstención, a pesar de los esfuerzos de los partidos de movilizar a sus militancias utilizando a sus candidatos presidenciales con la expectativa de que, con su presencia y participación, favorezcan el voto de sus candidatos a alcaldes y regidores.

Es por eso que quien ve por primera vez las marchas y caravanas que realizan los fines de semana puede concluir, perfectamente, que a quienes están promoviendo es a los candidatos a la Presidencia, que son los que se roban el show y acaparan los titulares de prensa. Y que a lo mejor no advierten, aunque sospecho que no les importa, que esa estrategia pone en evidencia la debilidad de sus candidaturas municipales.

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Ese empeño en exhibir músculo electoral también trata de suplir y compensar la escasez, y en muchos casos total inexistencia, de propuestas de gobernanza de la mayoría de los que aspiran a dirigir los gobiernos locales, los más cercanos a la gente y sus afanes cotidianos. Eso tal vez explique el poco entusiasmo que ha despertado el proceso en los electores, que el liderazgo de los partidos trata de contrarrestar con fanfarria proselitista y declaraciones triunfalistas para consumo de militantes a los que tratan como borregos. ¿Cómo llegamos hasta ese punto? ¿Desde cuándo dejaron de ser importantes las propuestas y programas de gobierno?

Y no solo hablo, por desgracia, de las elecciones municipales al doblar de la esquina, pues tampoco los candidatos presidenciales de los distintos partidos han hecho muchos esfuerzos porque el electorado conozca a fondo sus planes y propuestas para tratar de resolver los problemas del país, como si pensaran que vamos a votar por ellos solo por sus caras bonitas, su elegancia al vestir o lo bien que hablan y engatusan.

¿Moraleja? Esta campaña electoral necesita más contenido, y menos cháchara política vacía y sin propósito.