Ronny De la Rosa 
La suerte está echada para Haití, luego de la aprobación de una fuerza multinacional liderada por Kenia, que tiene como misión principal principal atacar las pandillas, así como reponer la paz y el orden público, en busca de garantizar el restablecimiento democrático del vecino país.
El primer pelotón keniano estaría llegando a la nación caribeña para el próximo mes, mientras las autoridades en Nairobi ya exigen más recursos económicos para la misión, que tendría una duración de un año.
Aunque el gobierno haitiano ha agradecido la aprobación de esta intervención por parte del Consejo de Seguridad de la ONU, algunos países han visto con recelo y temor, lo que pudiera ocurrir en lo adelante para Haití.
Las pandillas que operan a sus anchas en las principales zonas de Puerto Príncipe, están mejores armadas que la propia policía haitiana, producto del contrabando que serpentea sin control y que amenaza incluso, al propio gobierno interno.
Misiones anteriores han fracaso y las denuncias por abusos sexuales, asesinatos y corrupción, se mantienen fresco en la memoria del país más pobre del continente.
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Pero ¿Cuáles amenazas trae consigo esta incursión en particular?
China y Rusia, aunque no ejercieron su derecho al veto ante el Consejo, se abstuvieron de votar a favor, expresando su temor a que los derechos humanos de la población haitiana se vean comprometidos, por una milicia altamente cuestionada.
En 2012, un informe de Human Rights Watch, señala que las fuerzas de seguridad kenianas cometieron numerosas violaciones de derechos humanos contra personas de origen somalí.
El informe indica que entre 2011 y 2012, policías y soldados realizaron detenciones arbitrarias y maltratos a refugiados somalíes al noreste del país, como represalia por los atentados ejecutados por milicias vinculadas al grupo terrorista Al-Shabaab.
El documento que consta de 65 páginas, llamado “Represalias criminales: Abusos de policías y militares de Kenia contra la población somalí”, señala que los agentes utilizaron sus influencias para maltratar, abusar sexualmente y golpear brutalmente a refugiados somalíes.
Human Rights Watch aseguró en aquella ocasión, que estos delitos se cometieron bajo “total impunidad” de las autoridades.
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Asimismo, en 2008, mientras el entonces presidente Mwai Kibaki pretendía reelegirse, choques entre militares y ciudadanos que se oponían a un nuevo mandato, dejó 3 civiles muertos, como parte de la brutal represión ejercida por las fuerzas del orden público.
La historia se repitió en 2013, cuando un estudiante murió por una supuesta golpiza propinada por agentes policiales, luego de arrestarlo, por hacer trampa durante un examen.
Este hecho provocó un estallido que terminó con otro joven muerto a manos de las fuerzas militares, quienes utilizaron balas reales para dispersar a los manifestantes.
Es por este particular que algunos países han exigido acompañamiento y seguimiento de otras naciones, para servir de veedores y garantizar un restablecimiento democrático efectivo.
Esto, sumado a la violencia que pudiera traer enfrentamientos entre pandillas y militares, sin dudas, pone a la población haitiana en condición de vulnerabilidad, durante un proceso que probablemente aumente los niveles de violencia en los próximos meses.
Pese al temor, el ejército keniano cuenta con la experiencia necesaria para poder salir victorioso de este reto, que los mantendrá bajo el escrutinio internacional, durante el tiempo que dure la misión.
