En mi condición de enlace entre el Ministerio de Cultura y los medios de comunicación, he sido testigo de primera línea y partícipe de su intensa y agotadora labor artística.
El martes 21 de noviembre asistí en el Auditorio Juan Bosch de la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña al acto de inauguración del Cuarto Festival Internacional de Poesía.
El evento se efectuó desde la fecha citada hasta el domingo 26, con la participación de connotados poetas extranjeros y dominicanos, y fue dedicado póstumamente al versificador criollo Luis Alfredo Torres.
Perteneciente a la llamada generación del 48, que contó entre sus integrantes a los destacados autores Máximo Avilés Blonda, Lupo Hernández Rueda, y Ramón Cifré Navarro, el vate homenajeado fue arquetipo del bohemio trashumante.
Su vida discurrió con largas jornadas de libaciones alcohólicas en colmados, barras anónimas y patios de hogares de amigos, sobre todo de barrios de la zona norte de la ciudad capital.
Sus obras, de hermosa carga metafórica unida a un lirismo de contenido esotérico, le otorgaron prestigio y renombre, contrastantes con una vida desordenada, donde abundaban los pecaminosos placeres inherentes al tráfago mundanal.
En su emotivo discurso de bienvenida al acto, el ministro de Cultura y presidente del festival, el escritor Pedro Vergés describió aspectos de su amistad con el poeta Torres, haciendo hincapié en su talento y en la pobreza que padeció, a veces de características extremas. El director del festival, León Félix Batista, se extendió sobre la vida y la obra del bardo, equiparándola con la de los llamados “poetas malditos” de la literatura universal, como el francés Baudelaire.
Los poetas foráneos invitados y la dominicana Soledad Álvarez leyeron uno de sus poemas, finalizando el evento con el denominado concierto “Sólo poemas”, a cargo de Xiomara Fortuna.
El miércoles 22, el justicieramente llamado Rey del Merengue, Joseíto Mateo, realizó una visita a la sede del ministerio recibiendo manifestaciones de admiración de parte del personal de la institución.
El extrovertido artista deleitó sobremanera a su improvisado auditorio, y hasta cantó parte de la letra de algunos de los merengues que le dieron merecida fama. Con sus noventa y siete años de edad, el cantante hizo gala de su lucidez mental, relatando anécdotas de contenido humorístico de su trayectoria musical.
Celebró con risueña espontaneidad la frase con la que respondía a los que, caída la dictadura trujillista, le hablaban de las letras elogiosas sobre el régimen de algunos de los merengues que cantó.
Su respuesta era casi siempre la misma, envuelta en una breve y sencilla frase: “esos merengues tú, y todo el mundo, los bailaban”.
Un conjunto típico del Ministerio interpretó ritmos folklóricos, uno de los cuales permitió a Joseíto dar unos cuantos pasos con una de las bailarinas, recordando lo que llama sus “viejos tiempos”.
El jueves 23, el Ministerio de Cultura ofreció un homenaje póstumo a la pianista, musicóloga, y ex directora del Conservatorio Nacional de Música Floralba Delmonte, en la sede de esa institución, por su denodada lucha para que esa entidad artística tuviera el moderno y confortable local que hoy ocupa.