Lo único perpetuamente estático es
La nostalgia.
Dicho esto, por supuesto,
Al margen del venerable Heráclito.
Contra el tiempo se diluyen las
Cosas. “En la vida todo es ir a lo que tiempo deshace” -dijo el poeta-.
Regresas y ha cambiado lo que antes era tuyo
Menos en la nostalgia
En la que igual las cosas permanecen
A pesar del círculo implacable que el vivir
Arrasa.
Todavía la luz sucede a la luz
Cuando vuelvo al viejo barrio.
Ha pasado algún tiempo.
Pero soy todavía el niño cruel que cazaba mariposas,
Y hasta que el ángel venga esperaré sonreído
en una esquina del barrio San Juan Bosco,
ardiendo de inquietud con mi rama en la mano.
¡Fui implacable!
Jamás tuve más cierto en mi memoria
Las batallas ganadas
El día ardiente del verano
Lejano y próximo
En el cual fui el rayo de tinieblas
Que mataba mariposas y era feliz.
Y me veo regresar en la nostalgia
No como el que ahora soy
Sino como el que fui.
Bajé desde mí mismo
Encontrando aquel niño de tenue corazón
De alborozado rostro
Que con su rama desflecaba
Las durezas de una tierra en la cual
El mal no estaba escrito todavía.
Ha pasado algún tiempo.
Cambia todo
Hasta la rancia sentencia
Del venerable Heráclito.
Menos en la nostalgia
Donde no hay antes ni después
Y el olvido nunca construye su morada.
Y nada puede transformar lo dado,
Lo vivido.
Al margen del Venerable Heráclito.