Polanco Billini salvó el corazón de miles

Polanco Billini salvó el corazón de miles

José Antonio Polanco Billini

Habiendo librado de la muerte por afección cardíaca a tantos pacientes, él no pudo salvarse a sí mismo y de ese mal murió, prácticamente joven, cuando le sobrevino un fuerte dolor en el pecho mientras se ejercitaba por el Parque Central de Nueva York. Entró al vestíbulo de un hotel y ahí terminó su vida.

Olga María Polanco Montes de Oca, una de sus hijas, hace el relato y su voz se quiebra mientras sus ojos se nublan por las lágrimas. Actualiza la historia de su padre, de quien no solo conserva testimonios orales y vivencias inolvidables sino fotos, libros de su autoría, recortes de periódicos.

El reconocido médico se había retirado a vivir en Estados Unidos cuando fue jubilado de su posición de director del hospital Marión y de general del Ejército, en 1962.

No tuvo una sola hija y tampoco murió de más de 100 años a principios de los 2000 como se afirma en páginas genealógicas virtuales. Se casó tres veces y fue el padre de cuatro hijos. Su primera esposa fue Lidia Rodríguez Zafra, madre de sus hijas Carmen y Lourdes.

Se divorciaron y él contrajo segundas nupcias con Olga Altagracia Montes de Oca Dessangles, con quien procreó a Olga y a José Antonio.

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“Decía que sus manos eran para curar, no para matar”
Olga María Polanco Montes de Oca.

Tras su separación, se unió con Anna, enfermera norteamericana que había conocido en el Marión. No dejaron descendencia.

Siempre estuvo pendiente de su prole, refiere Olga, quien siendo muy niña lo visitaba en el hospital. “Yo nací en la Bolívar número 12, y en la 14 vivía mi abuela Adriana Billini Aristy. En la tarde iba con mi nana a la glorieta del parque Independencia, sentí mucha nostalgia cuando rompieron esa glorieta, lamenta, aclarando que el número de la residencia no era 7. Él se quedó en esa vivienda y construyó a estos dos hijos y a su madre una casa en la calle “Clear Water” (hoy Juan Tomás Díaz).

La familia Trujillo tenía a Polanco Billini como su cardiólogo, debido a su eficiencia, y por eso “Trujillo no lo dejaba salir del país”, expresa Olga. Atendía a Julia, la madre del dictador, a María Martínez, la esposa, “y a los hermanos, cada vez que tenían problemas relacionados con su especialidad”.

Pero “mi papá no era político, afirma, pertenecía al ejército como miembro del cuerpo médico”, no participaba en actividades del régimen ni poseía armas, “decía que sus manos eran para curar, no para matar”.

La tecnología entonces estaba atrasada y ella recuerda que él usaba un pequeño aparato de comunicación y cuando le sonaba corría veloz a atender al afectado. “Y si no estaba trabajando, escribía o leía, repetía que un médico nunca termina de aprender”.

“Mi templo”. Olga manifiesta que su padre “era tranquilo y sumamente cariñoso. Era mi templo, yo lo idealizaba. Fue bueno, caritativo, desprendido, nunca se enriqueció a pesar de que pudo haberlo hecho. Lo único que le interesaba era ejercer su medicina”. Cuando se marchó de Santo Domingo le escribía y en una ocasión viajó a verla junto a su esposo Américo Alfredo Castillo.

“Mi abuela era sobrina del Padre Billini, a lo mejor esa bondad estaba en sus genes. Hasta se trasladaba a los pueblos tratando de salvar vidas”.

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Polanco con su hija Carmen

En su inquietud porque la especialidad se modernizara, trajo los equipos para realizar electrocardiogramas y fue de los primeros dominicanos en utilizar ese recurso. Ya lo había conocido y empleado en Francia, donde realizó especialidad. “Estaba capacitándose todo el tiempo”.

Polanco Billini no fumaba, no ingería alcohol, “se alimentaba sano y se ejercitaba a diario, pero tenía un problema cardíaco del que también padecía su hermano Manuel Vicente”, cuenta Olga.

Su deceso ocurrió el 24 de marzo de 1969. Contaba 63 años de edad pues había nacido en 1906. Su cadáver fue trasladado al país y sepultado tres días después.

La calle

La designación de una calle de Santo Domingo con el nombre de José Antonio Polanco Billini, fue iniciativa del presidente Joaquín Balaguer, quien asistió a la inauguración de la vía, lo cual no era usual en el mandatario. Quizá no sólo tuvo ese gesto como reconocimiento a los méritos del facultativo, sino porque tal vez fue su paciente.

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