Desde que se conoció el hecho se comparó con una película de acción, pues no todos los días ocurre que tres reclusos que son trasladados bajo custodia policial de un recinto penitenciario a otro son rescatados, a tiro limpio, por presuntos cómplices.
Ahora sabemos, gracias a lo revelado por el Director de la Policía, mayor general Eduardo Alberto Then, durante el encuentro semanal con la prensa del presidente Luis Abinader, que fue puro teatro, como decía La Lupe, pues se trató de un montaje que contó con la complicidad de los agentes responsables de su traslado, uno de los cuales está preso y cantando hasta Claro de Luna.
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La revelación del Director de la Policía no sorprende, aunque duela decirlo, pues ya estamos acostumbrados a ver como algo normal que sus agentes se asocien con aquellos a los que deben perseguir para delinquir con mayor impunidad, o que cobren peajes en los puntos de drogas para permitirles operar sin ser molestados.
Lo que pasó en la carretera Mella con esos reclusos y esos agentes, que se espera sean sometidos a la justicia ordinaria en las próximas horas, simplemente nos está recordando, y de qué manera, que esa no es la Policía que queremos; pero sobre todo, que se hace urgente que empecemos a ver los cambios en su comportamiento prometidos en la reforma policial que impulsa el gobierno con encomiable e inédita voluntad política.
Soy consciente de que eso es pedir demasiado, de que una institución que todavía apesta a trujillismo no va a cambiar de un día para otro, pero al igual que muchos ciudadanos que han perdido la confianza en aquellos llamados a proteger sus vidas, bienes y propiedades, que nos sentimos indefensos porque le tenemos más miedo a los agentes del orden que a los delincuentes, ya no queremos seguir esperando por el milagro de tener la Policía que la sociedad dominicana merece y necesita –insisto– de manera urgente.