Lo más grande y peligroso es un país sin educación, sin un plan de crecimiento integral y sin sueños. Escuchar que el Ministerio de la Juventud anunció el lanzamiento del programa “Teteo seguro” produce terror y refleja una involución a toda expresión o disciplina dentro de la esfera de las artes. El teteo, y lo puse en minúscula porque no merece ser escrito en mayúscula, es la suma de la ignorancia cultural, es la resta de lo bueno, es la multiplicación del hedonismo y la división de la cultura que nos provee identidad. En conclusión, es la deyección de todo lo que está putrefacto dentro del ser humano y es excretado a través de la anormalidad musical. Y quien lo dice es un amante de las artes, compositor y crítico de las artes plásticas. Además, la música debe inspirar reflexión, gozo-paz, armonía y un mensaje esperanzador.
Deseamos expresarles a los funcionarios y al pueblo en general, que la política nos debe llevar a un evolución, debe apuntar hacia una utopía de lo más bello aunque no lleguemos a la cima. Lo ideal sería que el político dominicano debe recoger la historia, la tradición y las expresiones culturales y junto a los artistas crear un mosaico con ritmo, melodía y armonía. Pero no un conjunto de desenfreno como el teteo, que intrínsecamente no provee una elevación en las familias dominicanas. Los políticos y funcionarios deben entender que hacer política pactando con el mismo diablo no es negocio ni es rentable. Ellos o cualquier político deben cristalizar y limpiar los espacios que generan morbosidades y mediocridad.
Hace años leí el libro de José Ingenieros, titulado “El Hombre Mediocre”. Su libro dice que no hay hombres iguales, menciona que hay tres tipos: “El hombre inferior, el hombre mediocre y el hombre superior”. Recuerdo lo que dice el libro antiguo pero relevante, La Biblia, que hay hombres naturales, carnales y espirituales. Parece ser que estamos llenos de políticos con acciones inferiores, otros con acciones mediocres, porque no aportan nada, solo restan; y sabemos que sí hay políticos superiores, pero a veces el poder los deja ciegos y sin voz.
El político dominicano debe entender que cualquier acción que tienda a lo malo y que sea de poco mérito, como lo es el teteo, cualquier acción con esos elementos debe considerarse mediocre. El teteo es clandestino, irreverente, reduce el cuerpo humano a un instrumento solo para placer infructuoso. El teteo induce a lo perverso. El teteo no puede producir escenarios seguros, no puede generar crecimiento espiritual, artístico, intelectual, moral ni cultural.
Usemos el poder de nuestro liderazgo para crear lugares seguros a través de las artes plásticas, del deporte, de la lectura, de un buen concierto con canciones que nos empujen a crecer, generar espacios de conferencias que nos hagan crecer en nuestra identidad. Hagamos cine forum, clases de nuestros bailes, talleres de apreciación cultural, talleres de artesanía, retomemos los grupos de Boy Scout (los exploradores), los torneos de ajedrez, el judo, el karate, actividades que nos hagan crecer. Para terminar deseo alterar y contextualizar un pensamiento de Georg C. Lichtenberg, escritor alemán: “Cuando los políticos dominicanos pierden la vergüenza, las personas de los barrios pierden el respeto”.