Poner candados a las autonomías que exceden gastos. La uniformidad que de arriba a abajo debe caracterizar cada gestión de Estado sobre su disponibilidad de recursos y la forma de emplearlos necesita una mayor protección y hasta una preventiva alineación inviolable desde arriba que parece haber faltado.
Estando en marcha un proceso de elevación de la tarifa eléctrica que las quejas ciudadanas movieron a descartar, la medida motivó otra fuerte objeción social al saberse que, no bien pasaban a ingresar mayores cobros al sistema, ocurrió un sustancioso reparto de aumentos de sueldos a nivel dirigencial y determinados grupos subalternos.
Lo contraproducente de la auto asignación de más dinero para billeteras de alto nivel y cohortes fue puesto a descollar por sus propios autores al defender como correcto indexar ingresos a la inflación, algo negado desde el Estado y el sector privado al resto de los dominicanos, también amparados por la indicada protección salarial.
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Nada tiene de nuevo que entidades que consumen recursos públicos, o agenciados por ellas mismas pero a costa de los contribuyentes, se aparten de moderaciones ejerciendo facultades que les imprimen perfiles de islas de poder.
Aunque faltaran ambulancias en hospitales y para atenciones de emergencia hubiera sido posible ver abundancia y confort en órganos descentralizados en cuyas áreas de estacionamiento nunca han faltado costosos autos a disposición de las cúpulas. ¿Dónde está la austeridad? ¿De qué han servido las directrices?.