En cierta forma, la fusión de los ministerios de educación nos lleva a la situación que tuvimos algunas décadas atrás, cuando todavía no había una organización ministerial para la educación superior. La estructura actual respondió a la necesidad de concentrar esfuerzos en la creación de capacidades científicas, generación de conocimiento y vinculación de las instituciones de estudios superiores con el sistema productivo. La fusión de estas entidades tiene el riesgo de que el énfasis en esos elementos se pierda, lo que nos dejaría a mitad de camino. Sin embargo, existe una experiencia rica de países que gestionan todo el sistema desde un único ministerio, de modo que la propuesta no puede descartarse sin una mayor reflexión. En todo caso, si se concreta, lo importante será completarla con medidas que garanticen la debida atención al subsistema de educación superior, que tiene características muy distintas a la educación pre universitaria.
Las consideraciones corresponden al doctor Rolando M. Guzmán, exrector del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (Intec), quien plantea que la solución de los problemas educativos no depende únicamente de una estructura de gestión; es la combinación de muchas acciones y es responsabilidad de muchos actores. “Las condiciones indispensables incluye un currículo que responda a un nuevo contexto, docentes con capacidades y con motivación y una infraestructura que refleje las posibilidades tecnológicas de este momento. Por encima de todo eso, se requiere una sociedad que valore los resultados de la educación, familias comprometidas y organizaciones que asuman la función social de veeduría.
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A su entender, la unificación de estos dos ministerios conlleva retos administrativos, técnicos y políticos. “En materia de administración, es necesario que el proceso sea fluido, para que no gastemos un tiempo del que no disponemos. En términos técnicos, hay que saber que cada subsistema requiere un abordaje pedagógico distinto y que los mecanismos de aseguramiento de la calidad tienen elementos comunes, pero también diferenciados. Un nuevo ministerio no debería perder de vista que las universidades son entidades con vocación de autonomía.
¿Cuáles beneficios educativos puede tener esta estrategia del gobierno?
El gran beneficio potencial es una mayor articulación entre los distintos subsistemas. Es una oportunidad que debería aprovecharse. Además, veo la posibilidad de una mayor transparencia en el sistema como un todo, porque hay que admitir que el Minerd tiene un sistema de información más robusto que el Mescyt.
El catedrático, quien posee un doctorado en Economía y un máster en Matemáticas Puras por la Universidad de Illinois, en Urbana-Champaign, entiende que un diálogo es siempre pertinente, pero no debe usarse como mecanismo de entretenimiento o como instrumento de resistencia al cambio.
Políticas públicas en materia educativa:
Una política prioritaria es poner en marcha el Marco Nacional de Cualificaciones, que establece mecanismos de comunicación entre los distintos sistemas de formación y educación. Fortalecer un verdadero gabinete de educación sería también importante, es una buena idea, que no viene de ahora, pues ya se había “decretado” en 2020, es fácil escribir decretos; lo difícil es hacerlos funcionar. En los niveles preuniversitarios, ya sabemos que la calidad docente es esencial, por lo que resulta prioritario completar el proceso de evaluación de desempeño, que se encuentra en marcha. Hay también propuestas de reforma para las dos leyes actuales y esto fue resultado de comisiones en las que trabajamos duramente. Esos resultados no deben echarse al olvido.
El doctor Rolando Guzmán tiene sus aprehensiones en cuanto al fortalecimiento de ambas instituciones con esta reingeniería, pero también ve oportunidades. “Un proceso de diálogo puede generar resultados favorables. El Gobierno debería separar el tema puramente educativo de sus urgencias financieras y la oposición debería ser responsable y, en la mayor medida posible, evitar que este tema sea un campo de batalla política”.
¿Qué cuestiones particulares les preocupan?
¡Muchas! Solo mencionaré algunos: ampliar la capacidad de inclusión, aumentar la equidad, aprovechar las oportunidades de la tecnología y, en particular, de la Inteligencia Artificial, fortalecer los procesos de creación de conocimiento, aumentar la vinculación de la educación superior con los sectores productivos, combinación de ciencia y humanidades. Un tema especialmente relevante es que el sistema educativo sea una fuente de integración social. Y veo la necesidad de que las universidades hagan mayor aporte para el entendimiento de nuestra realidad, abordando temas en los cuales nos jugamos el futuro. Hay desafíos técnicos y éticos por todos lados. En todos los casos, sin embargo, mi preocupación va acompañada de las expectativas de mejoras.