Era previsible e históricamente inevitable. La República Dominicana, finalmente, reconoce que existe una sola China en el mundo y que Taiwán forma parte inalienable del territorio chino. Una decisión de política exterior sabia y oportuna, que despierta a quienes soñaban con sostener una dualidad diplomática y comercial entre Taipéi y Beijing, imposible de cumplir dentro del actual contexto de las relaciones internacionales.
A nombre del gobierno hizo el anuncio el Consultor Jurídico del Poder Ejecutivo, Flavio Darío Espinal, mientras el Canciller, Miguel Vargas Maldonado, y el Ministro Administrativo de la Presidencia, José Ramón Peralta, suscribían durante un acto público y simultáneo en Beijing el comunicado conjunto que oficializó la importante iniciativa bilateral.
La administración del presidente Danilo Medina decidió establecer tales nexos con China Popular, previa ruptura con la nacionalista Taipéi, y tras consultar a un amplio espectro de la sociedad dominicana, convencido de que la misma será extraordinariamente positiva para el futuro del país. Se trata de la segunda economía global, después de Estados Unidos, pero líder mundial en manufactura y exportación de bienes y servicios.
La economía socialista-capitalista de la República Popular de China tiene el sistema bancario con mayores depósitos del mundo, su población -20% del mundo entero con más de 1,300 millones de habitantes- es el consumidor con la demanda más creciente de productos y su territorio es destino y origen de innovadoras empresas mundialistas.
Cuando visité Taiwán en 1999 salí convencido de que, tarde o temprano, terminaríamos como nación relacionándonos directamente con su rival Beijing, debido a la escasa influencia internacional de los países amigos de Taipéi, y concluí que la nacionalista Taipéi, del eximio Chiang Kai Shek, volverá al regazo de la República Popular China.