La hostilidad entre el actual mandatario y los principales líderes de la oposición se puso de manifiesto el pasado 16 de agosto, Día de la Restauración de la República, cuando los expresidentes Leonel Fernández y Danilo Medina no fueron invitados al acto de juramentación del reelecto presidente Luis Abinader, figura estelar del Partido Revolucionario Moderno (PRM) y centro de atención de la colectividad nacional.
Pero quien no podía ser relegado del famoso listado, era el primer integrante del trío de ex presidentes vivos con que cuenta la República Dominicana, Hipólito Mejía (PRD 2000-2004), genio y figura fundacional del PRM, una especie de icono de la actual administración, quien ocupó asiento de primera fila en el Teatro Nacional junto a su ex vicepresidenta Milagros Ortiz Bosch.
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Un rasgo distintivo de las modernas democracias participativas de la actualidad, es la preservación de la imagen de unidad de la clase política dirigente para bajar tensiones y abrirse al diálogo; por ende, los actos de juramentación facilitan el encuentro entre líderes rivales y contribuyen a la buena imagen internacional del país. Resulta imposible, por ejemplo, presenciar un acto de esta naturaleza en Washington, desprovisto de la presencia de los exmandatarios Republicanos y Demócratas.
Sin embargo, creo que, probablemente el círculo de asesores de Abinader ponderó la idea de invitar a Leonel y Danilo, pero la desestimó debido a las malquerencias surgidas luego de la elección presidencial de mayo pasado. Fernández felicitó vía telefónica a Abinader, pero inmediatamente después se despachó con un artículo en el Listín Diario poniendo en duda la legitimidad de la victoria, atribuyéndola a la compra de votos a través de los planes sociales del gobierno; también, el dirigente de la Fuerza del Pueblo se negó a reunirse con el mandatario para escuchar sus planes reformadores de la Carta Magna, y finalmente, prevalecen dos visiones contrapuestas sobre la cuestión venezolana: Fernández fue invitado por Nicolás Maduro a observar la fraudulenta elección, mientras Abinader rechaza el resultado que favorece al dictador de Miraflores.
En cuanto a Medina, nunca felicitó a Abinader. Sí lo hizo su pupilo, el excandidato presidencial del PLD, Abel Martínez, quien además se reunió con el mandatario para escuchar sus planteamientos reformadores de la Constitución, pero tampoco fue invitado.
Sí fue invitado el gobierno de Haití, su primer ministro Conille y la ministra de exteriores, pero hicieron el desplante al país so pretexto de divergencias acerca del espacio aéreo cerrado.
¿Quedó deslucido el acto por ellos? Quizás. Pero un gobierno sin enemigos, es un gobierno sin valor.