¿Qué es el paso de Rafah y por qué Egipto se resiste a abrirlo para los que huyen de Gaza?

¿Qué es el paso de Rafah y por qué Egipto se resiste a abrirlo para los que huyen de Gaza?

Es la única vía de escape para los habitantes de la Franja de Gaza que buscan huir de los bombardeos israelíes, pero lleva años prácticamente cerrada.

El paso fronterizo de Rafah, que conecta este pequeño territorio palestino con Egipto, es la única puerta de Gaza que no está controlada directamente por Israel, que ha instaurado un férreo bloqueo sobre la Franja y no permite la entrada de alimentos, agua o combustible.

Desde que el ejército israelí iniciara los bombardeos contra Gaza en represalia por el ataque que Hamás lanzó el pasado 7 de octubre y, especialmente, desde que Israel ordenara la evacuación forzada del norte del territorio ante una esperada ofensiva terrestre, miles de palestinos se han desplazado hacia el sur y se agolpan junto al paso de Rafah, con la esperanza de que El Cairo dé luz verde para su apertura.

Al otro lado de la frontera, decenas de camiones cargados con ayuda humanitaria esperan para poder entrar en la Franja donde, según la ONU, planea una “catástrofe humanitaria sin precedentes”. Hasta la fecha, 2.700 personas han muerto en Gaza como consecuencia de los bombardeos israelíes.

La situación, sin embargo, no es sencilla para Egipto, que necesita coordinarse con Israel para poder abrir la frontera y teme, entre otras cosas, que abrir las puertas de Gaza suponga recibir decenas de miles de refugiados en su territorio, quizás de forma permanente.

Infografía sobre el paso de Rafah.

Qué es el paso fronterizo de Rafah

Para la mayoría de los 2,3 millones de palestinos que viven en Gaza, Rafah es la única posibilidad que tienen de poder acceder al mundo exterior. Aún así, son muy pocos los que, incluso fuera de los periodos de hostilidades, consiguen un permiso de las autoridades egipcias para cruzarlo.

Rafah no es un paso fronterizo al uso, sino uno que abre por temporadas; su apertura intermitente suele ser noticia, por ejemplo, en los medios egipcios. Peregrinos que quieren viajar a la Meca, estudiantes y enfermos que van a tratarse a hospitales egipcios son de los pocos afortunados que logran cruzarlo con permiso.

Una vez fuera -o dentro-, según se mire, si el paso cierra inesperadamente, los viajeros pueden quedar durante meses atrapados al otro lado.

Según cifras de la ONU, el pasado mes de agosto Egipto permitió la salida de Gaza de 19.608 personas, mientras que denegó el permiso a 314.

La situación es aún más complicada por el paso de Erez, que une el norte de la Franja con Israel, por el que solo aquellos que cuentan con un permiso de trabajo israelí, extremadamente restringidos, pueden salir de Gaza.

Erez fue atacado el pasado 7 de octubre por Hamás, cuando su milicia lanzó un asalto que se ha saldado con al menos 1.300 israelíes muertos y 199 heridos. Desde entonces se encuentra cerrado a cal y canto.

El paso de Kerem Shalom, también cerrado ahora, está restringido al intercambio de mercancías.

La enorme mayoría de los palestinos que viven en la Franja no han salido jamás del minúsculo territorio, de apenas 365 km2.

El paso está controlado por las autoridades egipcias de un lado, y las de Hamás por el otro, pero su apertura siempre está vinculada, tácitamente, al visto bueno de Israel.

En esta ocasión, pese a la presión que están haciendo países como Estados Unidos, que quieren que se permita la salida de la Franja de los extranjeros y las personas con doble nacionalidad, Israel se ha opuesto hasta ahora a la apertura para evitar una posible fuga de milicianos de Hamás por este paso.

Rafah ha sido, además, objetivo de los bombardeos israelíes esta última semana, que han alcanzado las instalaciones fronterizas del lado palestino.

Por qué Egipto lo mantiene cerrado

Egipto se ha negado, por el momento, a abrir el paso para que salgan los extranjeros si Israel no permite a cambio la entrada de ayuda humanitaria para asistir a los gazatíes.

En conflictos anteriores, El Cairo también ha ordenado el cierre de la frontera, tal y como ocurrió en 2008, 2014 y 2021.

El presidente egipcio, Abdelfatah el Sisi, ha definido la escalada en Gaza como “altamente peligrosa”, y ha señalado que Egipto busca una solución negociada a la violencia con sus socios regionales e internacionales.

Sin embargo, ha dejado claro que no permitirá que la cuestión se resuelva a expensas de otros, según publicaba la agencia egipcia de noticias MENA, en referencia al riesgo de que los palestinos sean empujados hacia el Sinaí.

Este es, sin duda, la mayor preocupación de Egipto y lo que le mueve a mantener la frontera cerrada.

“El gran temor de Egipto es que Israel nunca acepte el retorno de los palestinos”, explica a BBC Mundo Hassan Nafaa, escritor y profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de El Cairo.

Si los palestinos se ven obligados a salir ahora, argumenta Nafaa, “los israelíes podrían llevar a cabo otra Nakba (“catástrofe”), como ocurrió en 1948, cuando casi un millón de palestinos tuvo que huir y nunca más se les permitió regresar a Palestina a pesar de las muchas resoluciones de la ONU”.

Egipto no quiere que el Sinaí, ese triángulo desértico de tierra que se encaja entre el canal de Suez y la frontera con Israel y con Gaza, se convierta, como ocurrió con zonas de Jordania y de Líbano, en un campo de refugiados palestinos permanente.

Varias declaraciones de miembros del gobierno israelí que sugerían que los palestinos de Gaza podían desplazarse, no solo al sur de la Franja, sino al Sinaí, “han hecho que el gobierno egipcio no solo sospeche, sino que esté convencido de que el gobierno israelí quiere acabar con la presencia de palestinos en Gaza empujándolos hacia Egipto y esto no es aceptable porque sería el fin de la cuestión palestina”, apunta a BBC Mundo el politólogo Mustafa Kamel el Sayyid, que enseña en la Universidad Americana de El Cairo.

Hassan Nafaa asegura, además, que las declaraciones de funcionarios israelíes recuerdan al viejo proyecto israelí de la transferencia, que propone reasentar a los palestinos desde la Palestina histórica hasta lugares como el Sinaí para que Israel mantenga su carácter judío, “y eso es algo que Egipto nunca va a aceptar”.

Reasentarlos distribuidos por otras ciudades tampoco es factible, apunta Nafaa, ya que “Egipto acoge ahora mismo a unos 9 millones de refugiados, muchos de ellos africanos, y sufre actualmente terribles problemas económicos, por lo que supondría una carga”.

El gobierno egipcio no es el único que teme que una evacuación de los palestinos al Sinaí pudiera acabar en un reasentamiento. El líder de Hamás, Ismail Haniya, afirmó este fin de semana en un discurso televisado que “nuestra decisión es permanecer en nuestra tierra”.

Medios egipcios como Mada Masr, uno de los pocos independientes en el país, aseguran que Egipto podría estar dispuesto a aceptar acoger a un número limitado de refugiados palestinos a cambio de incentivos económicos, según varias fuentes de seguridad consultadas por el diario digital, una posibilidad que también contempla Sebastian Usher, editor de asuntos árabes de la BBC.

Durante la primera guerra del Golfo, en 1991, Egipto aceptó participar militarmente en el conflicto a cambio de la condonación de parte de su deuda externa.

Gaza

La cuestión de la seguridad

La península del Sinaí, que Egipto recuperó tras la firma de los acuerdos de paz en 1979 después de que fuera ocupada por Israel desde la guerra de 1967, es un territorio complejo y estratégico para el país árabe.

Linda con el canal de Suez, una de las principales fuentes de ingresos del país, y alberga en el sur varias ciudades turísticas como Sharm el Sheij.

El terrorismo islamista en la península ha sido un problema durante décadas, en parte porque Egipto tiene un control limitado de su seguridad debido a los términos de los acuerdos de paz.

En la zona que linda con la frontera israelí Egipto, donde opera la Fuerza Multinacional de Paz y Observadores (MFO, por sus siglas en inglés, encargada de la supervisión de los acuerdos de paz) solo puede desplegar policía civil (no militares).

La posible entrada al Sinaí de milicianos armados desde Gaza ha sido durante años una preocupación de las autoridades egipcias, aunque no lo es tanto en este momento.

Tras el golpe de Estado que llevó al poder al Abdelfatah el Sisi en Egipto, el país se vio sacudido por una oleada de atentados terroristas en el Sinaí y en otros lugares.

“Hubo entonces la sospecha por parte del gobierno de que los que cometían esos ataques venían de Gaza, con el apoyo de Hamás y otras organizaciones islamistas, por eso el paso de Rafah se cerró”, argumenta Mustafa Kamel el Sayyid.

La situación, sin embargo, “mejoró al cabo de dos os tres años, y Egipto volvió a su papel de mediador de paz entre Hamás y Fatah”, agrega el politólogo.

Hoy, esta mediación es más compleja porque «este conflicto es muy distinto», apunta Hassan Nafaa.

«Israel insiste en liquidar a Hamás y en iniciar una ofensiva terrestre. Si esto ocurre, habrá muchas víctimas y empezará una nueva era, así que no es cuestión ya de mediar entre dos partes, por lo que Egipto se está concentrando en la parte humanitaria», asegura el profesor de la Universidad de El Cairo.

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