Las momias más antiguas del mundo, las de la civilización Chinchorro que hace 7.000 años habitó la costa norte del desierto de Atacama, surgieron como respuesta a una elevada mortalidad por culpa del arsénico presente en el entorno y al deseo de este pueblo de seguir conviviendo con sus fallecidos.
Es la hipótesis que defiende un estudio conjunto de la Universidad de Chile y la Universidad de Tarapacá (norte), que sitúa también la desaparición de esta práctica en el desarrollo de una resistencia genética al arsénico, adaptación que hoy puede apreciarse en los habitantes del lugar.
La cultura Chinchorro es pionera en la taxidermia y antecedió en casi 3.000 años a la civilización egipcia. Sus momificaciones, así como los asentamientos de este pueblo que se conservan en la actual región chilena de Arica y Parinacota (norte), fueron declarados recientemente Patrimonio de la Humanidad.
Se trata de un entorno cercano al río Camarones, que contiene de forma natural niveles altos de arsénico, de 1.000 microgramos por litro de agua (100 veces de lo que recomienda la OMS), que provocaron envenenamientos masivos cuando estos pobladores, dedicados a la pesca y a la caza, llegaron a la zona.
Lea también: El tesoro oculto en las botellas de cerveza de un barco hundido hace 120 años
De esta manera, la muerte se sitúo en el primer plano de la civilización Chinchorro, y el entorno favorable que ofrece el desierto más árido del mundo para secar y conservar los cuerpos, junto al deseo de los supervivientes de que los fallecidos continúen a su lado, dio inicio al proceso de momificación.
DE MOMIAS DE BEBÉS A “OBRAS DE ARTE»
“Las primeras poblaciones que llegan allí para asentarse se empiezan a envenenar crónicamente por el arsénico, lo que da lugar a una gran mortalidad perinatal”, dijo a Efe Bernardo Arriaza, antropólogo físico y académico de la Universidad de Tarapacá.
Ante el dolor y la angustia de la situación, “los padres comienzan a ornamentar y decorar a los bebés, dando como resultado a bebés recién nacidos que están momificados”, continuó este especialista en la cultura Chinchorro, que explora esta tesis desde hace dos décadas. Hasta el momento, se sabe que las primeras momias halladas van desde cerca del 5.000 al 3.000 a.C. y que pertenecen a niños, fetos y recién nacidos, a los que se les extraían los órganos y las vísceras y se rellenaban con paja, arcilla y otros materiales.
También le puede interesar: Hallan en Florida una moneda de un galeón español valorada en 98.000 dólares
La práctica fue evolucionando y se extendió hasta los 890 años a.C., tanto al norte como al sur de Camarones, abarcando a individuos de todas las edades y transformando la momificación en algo “sumamente complejo” y en “verdaderas obras de arte prehispánicas”, expresó Arriaza.
ESTAR PRESENTE DESPUÉS DE MUERTO
A diferencia del mundo egipcio, donde la momificación se asocia a la idea de trascender y viajar hacia otro mundo, en Chinchorro el sentido es el de restituir el cuerpo para darle eternidad en el mundo de los vivos, sostuvo Mauricio Uribe, arqueólogo de la Universidad de Chile e integrante del Consejo de Monumentos.
“La momificación es un reflejo material de una construcción ideológica desarrollada a partir de la pérdida. Lo más probable es que estuvieran a la vista porque la idea es quedarse en el mundo de acá, seguir en el presente”, explicó.
Este pensamiento es compartido por Rodrigo Retamal, antropólogo físico de la misma universidad, quien relató que “había procesiones, ejercicios y actividades sociales en donde los cuerpos salían y se mostraban».
ADAPTACIÓN GENÉTICA Y DESAPARICIÓN DE LA MOMIFICACIÓN
Un estudio publicado en 2017 por la Universidad de Chile analizó la adaptación genética que con el paso del tiempo desarrolló la civilización Chichorro a entornos con altos niveles de arsénico.
El resultado arrojó que en la actualidad el 68 % de la población en Camarones y el 48 % de la cercana quebrada de Azapa posee en su genoma una variante de la enzima AS3MT, que les permite eliminar el arsénico más fácilmente a través de la orina.
“Todo calza con la imagen de que estas poblaciones cuando llegan a la zona, miles de años atrás, empiezan a sufrir el efecto dramático del arsénico y la selección natural va incrementando la frecuencia de la variante protectora”, afirmó Mauricio Moraga, quien lideró este estudio.
Entérese también: Hallan en España un esqueleto de lince ibérico de hace un millón de años
Al respecto, Arriaza señaló que esto podría explicar la desaparición de la momificación artificial hacia el primer milenio antes de Cristo, debido a un posible descenso de los niveles de mortalidad y una pérdida de los rituales mortuorios generación tras generación.
OTRAS HIPÓTESIS
Junto a la hipótesis del arsénico, desde hace décadas se manejan otras diferentes que van desde que llanamente las condiciones áridas del lugar creaban de forma natural las momias hasta las que contemplan aspectos ideológicos, emocionales, de creencia espiritual o de cohesión social.
“No sabemos exactamente por qué lo hacían porque los chinchorros no dejaron escrituras o pinturas rupestres que pudieran explicar el simbolismo, y en la medida que vamos tomando nuevos datos y haciendo más análisis podemos ir reforzando o descartando las diferentes hipótesis”, concluyó Arriaza.