Los acontecimientos y estrategias de la guerra civil que libran los republicanos, que describí hace un mes, van cambiando cada 24 horas. Los conservadores republicanos, que ahora se llaman el establishment, tratan de agruparse para estudiar cómo detener el discurso grosero, insultante, xenófobo y violento de la marca comercial Trump. Dicha marca es una realidad, todo indica que será el nominado presidencial del viejo partido de Abraham Lincoln.
El problema de los conservadores es que no tienen un caballo para sacarlo a correr -uno a uno- contra la marca Trump, y tampoco tienen planes concretos. No han podido articular una estrategia unificadora para detener al belicoso y díscolo bufón. Todo esto es cierto, pues el único que podía, Ted Cruz, es más de lo mismo y, tal vez peor, pues aparte de ser lo mismo, lo mezcla con una ideología religiosa extremista.
He dicho y ratifico, que fue el mismo partido, con una agenda enfermiza en contra de todas las acciones de Obama que dieron vida al monstruo, y esa criatura ha crecido desproporcionadamente, y ahora devora a su creador, “a la Frankenstein”.
Uno de los líderes de la insurrección del área conservadora, Erick Erickson, ha llamado a “unificar el ticket” en la convención del GOP que se celebrará en julio próximo en Cleveland, pero no señala, ¿quién la unificará?, y ése “es el detalle”, como decía Cantinflas.
Otros llaman, a que el comité de reglas del partido, compuesto por varios activistas del GOP, enmienden las reglas y procedimientos de cómo votar en la convención, pues según ellos, la marca Trump no alcanzará los 1,237 delegados necesarios para lograr la nominación. Amenazan también de que si esa acción no da resultado, formarán un tercer partido para competir en las elecciones del martes 8 de noviembre del presente año. ¡Ay Dios, Margot, qué ironía del destino, lo mismo que Trump amenazó de formar hace cuatro meses sino lo trataban con decoro!
La marca Trump ha anunciado que habrá disturbios en el país, si la otra parte les quieren robar las elecciones usando triquiñuelas. O sea, ha amenazado de trasladar la guerra civil partidaria a una confrontación de disturbios callejeros. La convención de los republicanos, parece ser, que va a terminar como la fiesta de los monos, “a rabazos limpios”.
Así las cosas, los demócratas siguen sin prisas, pero sin pausas, Hillary va cómoda en la carrera presidencial – pues lo de Sanders es sólo bulto – corre todo el tiempo por el carril de adentro y, con una amplia ventaja de más de 680 delegados sobre el Senador.
Si todo está decidido en ambos partidos, como parece ser, la contienda final será definitivamente Hillary vs Trump. ¿Qué dicen las encuestas con respecto a esa posibilidad?. Una de las mediciones más respetada -las que hace la NBC/WSJ- de hace un par de semanas, indica que Hillary aventaja a Trump por 13 puntos a nivel nacional (51%-38 %). Entre las mujeres, la ventaja es 17 puntos (58%-31%). Entre los hombres, Trump va arriba (46%-43%), pero entre los latinos, la ventaja de Hillary es abismal, 54 puntos (74%-20 %) y entre los africanos-americanos, ni se diga, 83 puntos (91%-8%). Todo el mundo sabe que nadie puede pretender ser Presidente en ese país, si no cuenta con los votos de los latinos, de al menos 42%.
Pero donde la puerca tuerce el rabo es precisamente en su partido. Primarias tras primarias, Trump no llega nunca a un 40% de aceptación entre ellos mismos. De acuerdo a las mediciones y encuestas, el 30% de los propios republicanos jamás votaría por él.
En contrapeso, los demócratas se unificarán detrás de su candidata. Pero donde se refleja claramente la victoria de los demócratas es en el conteo de los colegios electorales. En EEUU se ganan las elecciones no por votos directos; se gana a base de quién gana los colegios electorales. Se necesitan 270 votos para ganar. Actualmente los demócratas tienen asegurados 240; los republicanos 171. Los números no les alcanzan a la marca Trump. Así pues, vayan cogiéndole cariño a Hillary para que les vaya bonito, como dicen los mexicanos.