Las reglas de acentuación ortográficas son un recurso sumamente necesario y fácil de entender y aplicar, si son conocidas por el oficiante y se dispone a la ejecución pertinente.
De todas maneras, siempre es conveniente tener cerca un manual actualizado, para fijar las más recientes reglas adoptadas por la autoridad sobre la materia, que recae sobre la Real Academia de la Lengua, o, en su ausencia, en casos específicos, que no hayan sido tratados por la suprema corporación, referirse a una autoridad de la materia, institución o tratadista que haya utilizado o comentado una forma de tildación o haya rechazado u omitido, con sustentación, su empleo gráfico.
Recuérdese el mandato de la Docta Casa de Madrid, en el caso que recomendó, por décadas, marcar el acento en los monosílabos /fuí/, /fué/, /vió/ y /dio/, mientras que las más esclarecidas figuras de la materia en el ámbito de la Lengua Española se opusieron a tal recomendación, pues contradecía las reglas de virgulillas a los monosílabos. Y, a la mitad del siglo pasado la Real Academia decidió eliminar esa norma absurda -dentro del sistema- a partir de cuya rectificación escribimos fue, fui, vio, dio sin rasguillo alguno, y, en principio, pocos se confunden al escribir.
En otro caso, fue más que común que muchos usuarios de nuestras letras, todavía en la segunda mitad del siglo XX, sostuvieron, en algún diálogo parecido a éste:
-¿Por qué escribes:
ANUNCIO P/U/BLICO,
sin el acento?
El interpelado responde:
-Porque la Academia ha dicho que las mayúsculas no llevan acento.
-Eso no es cierto.
La Academia nunca ha tratado ese tema. Así podría pronunciarse:
Anuncio p/ú/blico, anuncio publ/i/co y anuncio public/ó/, de tres formas: esdrújula, llana o grave y aguda.
Más adelante, por fin la Academia habló para favorecer el acento en mayúsculas, sobre vocal acentuada y según las reglas del uso del rasguillo.
En una publicación de reciente fecha, se anuncian dos fallecimientos, escritos en la misma línea:
Sarah L/ó/pez, Julio J/a/quez.
Tengo para mí que López y Jaquez reclaman la tilde en la primera sílaba de cada apellido, a causa de que son términos llanos, bisílabos, con elevación del tono de la voz sobre la penúltima sílaba; ambos terminados en consonante /z/, y las reglas de acentuación ortográfica establecen que a las palabras llanas de más de una sílaba, terminadas en consonantes que no sean /n/ ni /s/ ni en vocal, se les marca el acento.
Puede verse el ejemplo en Hoy, p. 11B del sábado 25 de noviembre del 2017, columnas 1-3.
Así pues escríbase:
López y Jáquez:
Ambos con el acento ortográfico sobre la vocal de la primera sílaba, de modo que el segundo apellido no se lea Jaquéz.
A diferencia de:
Cáliz y Jerez, que lo marco en c/á/liz, sobre la /a/ de la primera sílaba, por ser palabra grave, de más de una sílaba terminada en /z/, y no lo marco en Jer/e/z, de más de una sílaba, terminada en la misma consonante /z/; pero que no reclama la acentuación ortográfica por ser una voz aguda.