Divide y vencerás dijo Julio César y esa ha sido la práctica más usada por los grandes para joder a los pequeños. La mejor forma de controlarlos a todos es controlar uno por uno, apretando las debilidades individuales que, casi siempre, son colectivas. Ese axioma también se aplica a la política donde el poder de una minoría se impone a la mayoría acéfala.
En República Dominicana esas fichas son bien jugadas por los partidos grandes, los cuales se chupan el 80 % del presupuesto político y son solo cuatro de 28, que en la praxis todo el poder se centra en dos. ¿Por qué dos deciden la ruta del resto? La respuesta es simple: saben dividir. La estrategia ha sido –y será- alimentar el ego de los pequeños para que cada uno crea que puede ser el rey del castillo y, al final, ninguno termina sentado en la silla por falta de fuerza.
Ya se acerca la contienda electoral y suenan las trompetas de candidatos para los cabildos, el Congreso y el Palacio Nacional. Cada uno empiece a halar la soga por su lado y son tantas corrientes que terminan rompiéndola sin tumbar del palo al que está enganchado. Todos quieren llegar arriba, pero nadie quiere ser el tronco que sostenga a los demás. Si estando fuera del poder no se ponen de acuerdo, ¿qué pasaría si toman la ñoña?
Hace un par de días nació otra fuerza política, esta vez liderada por jóvenes críticos y preparados que aspiran tengamos un mejor país por el #BienComún. La intención es aplaudida por todos porque buscamos el mismo fin, aunque los medios difieran. El día del lanzamiento me preparaba para ir y sumarme al naranja, pero retrocedí cuando escuché el objetivo central del grupo: “sacar al PLD del poder”. Lo que la sociedad necesita no es sacar un malo para que entre otro, es que se cambie el sistema y el modelo de gobierno, lo que queremos es un cambio de mentalidad, no de bandera o siglas añejas. Si los nuevos piensan como los viejos, ¿para qué quieren subir?
Esa nueva organización, así como las otras pequeñas, alegan querer un mejor país para todos, pero están cometiendo un error pendejo: están empujando la muralla por las cuatro esquinas y así nunca se caerá porque cada uno tiene un lado empujándose unos con otros. Si los chiquitos se unen en una misma dirección y empujan, la fuerza se multiplica y crecen las posibilidades.
Necesitan actuar como cardumen, nadar sincronizados para engañar al enemigo y darle con más fuerza. Cada uno por su lado es presa fácil y los tiburones lo saben, por eso atacan en busca de que se disperse el grupo y lo logran si no hay un objetivo consensuado. En el caso de Bien Común la visión no puede ser quitar un partido del gobierno, sino darle al pueblo que se merece, sin importar quién esté arriba, debajo o al lado. Por eso tuvo impacto el 4 % para educación y la Marcha Verde cuando inició.
Es tiempo de que los pequeños se junten y hagan una propuesta que se identifique con los demás. Buscan el apoyo de los jóvenes con un discurso del siglo 19. Temerle al cambio es una condición natural de los humanos y si los llamados distintos hacen más de los mismo, ¿para qué cambiar? No importa si es Minou, Guillermo, Max, Milton o cualquier otro, si se unifican y hacen una propuesta sólida que no se doble ante las presiones de los de arriba, te aseguro que llegan.
Pero eso no pasará por mucho rato porque cada quien quiere ser el héroe, todo el mundo empujando por direcciones distintas y eso solo fortalece la muralla. No importa que quieran el Bien Común, todo se quedará en mera propuesta sin potencia y así no hay toro que llegue a buey. Lo que veo no me motiva participar en la política activa y como yo piensan muchos.