No soy imparcial, nunca lo he sido ni jamás lo seré. En este y en todos los procesos electorales que he vivido he rechazado las actitudes abstencionistas. Desde el 94 a la fecha todas las coyunturas electorales en nuestro país han sido cruciales, pero la presente es la más decisiva, porque se desarrolla en el contexto de la peor crisis sanitaria y económica a nivel mundial jamás vivida. Aquí, esa crisis se mezcla con una profunda crisis política a la que debemos ponerle fin, eligiendo una opción de gobierno sin las taras del que ahora tenemos para iniciar una rápida regeneración del país en términos sanitario, económico, político y moral. Votar sin miedo en esta circunstancia, constituye un ineludible deber ciudadano.
En general, los procesos electorales discurren en medio de profundos niveles de desigualdad. Los poderes formales y fácticos establecen leyes y reglamentos habitualmente tramposos para que el voto y sus resultados les favorezcan. Sin embargo, a pesar de esas taras, el voto ha sido una de las grandes conquistas democráticas y, a veces, ha servido para ponerle fin a gobiernos dictatoriales, afrentosamente racistas y/o, como el que tenemos actualmente,escandalosamente corrupto, además de continuista. Algunos no quieren que se vote el día 5 de julio, los unos, el gobierno con sus bocinas, porque saben que serán irremisiblemente barridos.
Los otros, porque su testarudez política, que entienden como principio, como diría Piccolo, le impide reconocer la voluntad de millones de personas que desean votar. De éstas, la mayoría tiene la firme decisión de hacerlo contra un grupo que se ha constituido en corporación política/mafiosa para enriquecerse y perpetuarse en el poder. Constituye una responsabilidad política y personal reconocer ese deseo de la mayoría, sin que con ello se renuncie al principio de luchar para que quienes esta elija cumplan con lo que prometen. Votaré, no sólo porque lo quiere una amplia mayoría, sino porque creo que el candidato que esta quiere: Luis Abinader, tiene propuestas programáticas con potencialidad de constituirse bases para iniciar un proceso de cambio sustantivo en este país.
A Luis, lo conocí como alumno en mi clase de Sociología del Subdesarrollo en el Intec. Fue uno de esos estudiantes que uno recuerda siempre por su inteligencia, activismo y don de gente dentro y fuera del aula. En esta época, más que retóricas ideologizantes, la honestidad, el talento, la empatía, la coherencia y la vocación de servicio constituyen valores fundamentales que debe exigírseles a un político que, ejerciendo un liderazgo colectivo,se proponga encabezar un proceso de cambio.Luis reúne esas cualidades. También, votaré por Faride Raful, candidata a senadora, una talentosa mujer, que como diputada ha demostrado verticalidad en el combate a la corrupción, a los sobornos de Odebrecht e intransigencia en la defensa de los derechos de la mujer.
Con sabiduría, ha resistido laembestida de ciertos poderes fácticos, a diferencia de otro…y como senadora de la Capital, junto a su actual alcaldesa, otra mujer vertical y deempuje,podría formar unainédita dupla con posibilidades de frenar el proceso de deterioro de algunas zonas de esta ciudad. Esas dos, y otras candidaturas de gente incuestionablemente honestas, constituyen un bloque político con tradiciones de lucha que lo diferencian de la corporación económica/política configurada por el PLD. A esa corporación, la mayoría le ha dicho: ¡basta! Junto a esa mayoría, sin miedo, votaré el 5 de julio.