Por todas mis relaciones

Por todas mis relaciones

Payasos hacen reír a niños sirios refugiados

La naturaleza nunca hace nada sin motivo

Aristóteles

Existe una expresión Lakota, “Mitakuye Oyasin” utilizada al final de las ceremonias chamánicas, significa “por todas mis relaciones”. Es similar a nuestro amén o así sea. Los sabios de los pueblos originarios dicen que somos nuestro entorno. Para ellos, los espacios que habitamos -y frecuentamos- muestran quienes somos. Esta mirada también es usada en China por la milenaria tradición del feng-shui, o armonía de los espacios.

Toda la sabiduría proviene de observar a la naturaleza y tener una relación amorosa con ella. Todos somos familia.Las plantas y los animales son aliados que nos acompañan en el cumplimiento de nuestro propósito. Su tarea se agradece y se respeta. Se reconoce su poder. La creación completa es parte de Wakan Tanka, el Gran Misterio, o Gran Espíritu.

Mitakuye Oyasin, la vida no es posible en la individualidad, todos estamos conectados, todos somos medicina, tenemos poder, somos chispas del Gran Fuego, formamos parte del Gran Espíritu. Todos Somos Parientes. Todo es sagrado.

La premio nobel de la paz, Rigoberta Menchú lleva muchos años llevando su mensaje a diversos países de que no es posible la humanidad, si no tenemos una nueva relación con la Madre Naturaleza, la Pachamama. Ella no es la única que muestra que perder la conexión con la tierra, no solo nos hace perder poder y enfermarnos, sino que hacemos que la enfermedad se multiplique y se fortalezcan los agentes que la producen.

Hoy día, los científicos muestran que las acciones de las células no son determinadas por el cerebro, sino por la membrana celular.Este concepto ha revolucionado la mirada del bienestar y la salud, pues la célula solo tiene información genética. Es el “entorno” lo que realmente nos enferma: nuestras creencias, emociones o pensamientos.

La sangre que circula por nuestro cuerpo llevando nutrientes e información a la célula, también transporta los pensamientos, emociones y creencias que tenemos. Esta información “circundante” entra a la célula e intercambia información con el “interior”. De este trasiego informativo surge el efecto que vemos en el cuerpo.

Hace siglos en China se decía que la forma contiene la energía, y la energía afecta el contenido de la forma. De ahí, la visión de mantener una relación armoniosa con el entorno como vía de conservación de la salud y el bienestar. La vida se trata de relaciones. Si los efectos que vivimos no son los deseados, es necesario llevar la mirada a lo que nos rodea. ¿Qué relación tengo con mi espacio?, ¿Me gusta donde vivo?, ¿Dónde trabajo?, ¿A quién le doy los buenos dias al despertar? ¿Con quién mantengo mayor comunicación? ¿Qué conversaciones hay entre nosotros?

Las respuestas a estas preguntas pueden ser una valiosa guía para evaluar la calidad de las relaciones que te alimentan. Si cambiamos el entorno, la información que intercambiamos con nuestras células cambia, ¡y el efecto también cambia! La ecopsicología sostiene que relacionarnos con la naturaleza es el patrón que guía nuestra humanidad.

Podríamos inferir que alejarnos, desconectarnos o separarnos de la naturaleza nos deshumaniza. Hace unos años, una sanadora amiga se mudó a una zona con estadísticas de crímenes muy altas. Compartía el  vecindario con prostitutas, ladrones, traficantes de drogas, y proxenetas. Por un tiempo, no comprendí su decisión. Luego un día, fui a visitarla y no podía creer lo que mis ojos veían.

En el callejón que llevaba a su casa, mi amiga había colocado maceteros con hermosos arbustos, canasteros con flores y sonajeros. Sus vecinos llamaban a ese tramo “pedacito de cielo”, y se convirtió en un silencioso y agradable lugar en el que la gente encontraba alivio a la cruda realidad que vivían. ¡Era un espacio sanador!

Para el chamanismo, el respeto es una parte muy importante del amor auténtico. Todo lo que existe es un reflejo nuestro. Un indio respeta todas las formas de vida, consciente de que la energía jamás abandona su fuente. Las relaciones siempre retornan. Somos la suma de nuestras relaciones.

Todos creamos nuestra realidad. El camino en el espíritu nos lleva a ser conscientes de esta realidad. Saber que podemos crear nuestro sueño nos hace ser realistas y sabios. Hay sueños para los cuales no estamos preparados. Es como alguien que no ha ido al colegio y un día dice: “quiero ser cirujano”. No basta que la mente diga “quiero ser cirujano”, lo que si puede es estudiar.

Tenemos que ser realistas si alguien dice “quiero ser cirujano” y empieza a tratar de serlo sin atravesar el proceso, se frustrará pensando que no es lo suficientemente bueno, recibirá oposiciones de los afectados, se meterá en problemas por no tener el permiso para hacer lo que hace, ¡pagará un precio carísimo!

Algunas personas dicen: “no soy lo bastante bueno, no soy lo bastante fuerte, no tengo los recursos, es mucho para mí”. Ser realistas es saber que hay un precio justo que debo pagar: ir al colegio, entrar en la universidad para ser médico, y luego hacer la especialización en cirugía. Después de muchos años, si tiene la voluntad, mantiene una disciplina, se mantiene enfocada, y prioriza su sueño, será cirujana. Además, ¡disfrutará lo que hace porque está convencida de que se lo merece.

Si has creado una realidad que no te gusta, y eres consciente de ello, entonces la puedes cambiar. Don miguel Ruiz dice que todos somos artistas, porque siempre estamos creando. Somos como el que nos creó. Él que nos creó, creó toda la creación.

Nicolás Paucar, un sacerdote Q’uero, estaba explicándonos la maravillosa cosmogonía andina cuando dijo: “Dios es Dios porque se hace cargo de toda su creación, en el momento que logramos esto, también nosotros somos dioses”.

Rumi, el poeta persa más leído en los últimos tiempos decía que cuando la sabiduría llega al corazón, es como tu mejor amiga; cuando el conocimiento llega al cuerpo, es como una carga. Por un tiempo, me quedé pensando en el ruido que provocaron en mí sus palabras. Finalmente, una luz de comprensión se abrió paso en mi interior para reconocer la bella verdad de sus palabras.

Mitakuye Oyasin, por todas mis relaciones.

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