Por un plan contra las drogas

<P>Por un plan contra las drogas</P>

La lucha contra las drogas se libra de manera dispersa, sin que la intervención de los diversos organismos -incluyendo el Poder Judicial- esté sincronizada por un plan nacional antinarcóticos. Esa omisión inconcebible  ha permitido que un alto número de militares, policías y funcionarios públicos hayan aprovechado las ventajas y autoridad que les confieren sus funciones para involucrarse en numerosas actividades del relacionadas con el narcotráfico.

En un trabajo dividido en tres entregas, la última de las cuales se inserta  en esta fecha en las páginas de este periódico, nuestra investigadora Minerva Isa hace una radiografía de los efectos negativos que ha tenido en el país la falta de un plan nacional contra las drogas, que coordine y sincronice la lucha contra este mal, y que preserve la integridad de las instituciones; que permita una profilaxis más efectiva en la Policía, la DNCD, los institutos castrenses y organismos de seguridad.

Este diagnóstico viene a fortalecer la convicción de muchos organismos y personalidades, que en numerosos estudios y postulados han puesto de manifiesto  la vulnerabilidad que caracteriza nuestra  lucha dispersa  contra el negocio ilícito de narcóticos y actividades conexas, como asesinatos por encargo, lavado de activos y contaminación de las instituciones de la sociedad.

Caos y calor

en el tránsito

Al caos que impera en  nuestras vías públicas, que por sí solo es causante de arranques de enojo e incomprensión entre conductores, se agrega ahora un probado enemigo de la cordura: las  temperaturas de estación en constante aumento.  La situación se ha hecho  insoportable, sobre todo  en  puntos críticos como aquellos de mucha densidad en que el levantamiento de soluciones viales origina duraderos taponamientos del tránsito. El relajamiento de la autoridad en el control del tránsito agrava este estado de cosas.

Además de túneles, elevados y otros desahogos, el tratamiento del problema del tránsito requiere campañas de educación vial que ayuden a que la gente comprenda que sus derechos terminan donde comienzan los de los demás. El irrespeto de las reglas de conducción se comete en las narices de autoridades que no parecen atreverse a actuar contra esa conducta. Para colmo de males,  caos y calor se han asociado.

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