Explicar las condiciones que convirtieron ¨la reforma del Estado¨ era un tema central de la agenda política mundial a finales de la década de 1970, y en la actualidad se reviste de nuevos componentes que vuelven a colocar en el debate la modernización del Estado.
Pensemos en esto: el modelo de Estado que propiciaban los países desarrollados en la postguerra consistía en un sistema capitalista que promovía una era de prosperidad sin precedentes, sin embargo, la gran crisis financiera que se inició a finales de la década de 1970, hizo necesario reconstruir el aparato estatal para poder enfrentar los desafíos de la sociedad post-industrial, dejando matices de una administración pública altamente influenciada por tendencias burocráticas que convirtió la reforma del Estado en un tema central de la agenda política mundial.
En el escenario descrito anteriormente surge la cuestión de reflexionar en qué consistió la primera respuesta a la crisis del modelo de administración pública burocrática.
La primera respuesta a esta crisis fue de tendencia neoliberal-conservadora que pretendía reformar el Estado, restablecer el equilibrio fiscal y la balanza de pagos de los países en crisis. En esencia, buscaba reducir el tamaño del Estado y sin el predominio total del mercado.
Estas propuestas abordaron con debilidad la crisis, y se comprobó que la solución no estaba en el desmantelamiento del aparato estatal, sino en su reconstrucción.
Después surge lo que denominamos la tercera vía, un tránsito entre el laissez-faire neoliberal al antiguo modelo social-burocrático de intervención estatal.
La búsqueda de ese equilibrio, entre el laissez-faire neoliberal y el antiguo modelo social-burocrático de intervención estatal, tuvo como objetivo construir un Estado capaz de enfrentar los nuevos desafíos de la sociedad post-industrial para garantizar el cumplimiento de los contratos económicos, y lo suficientemente fuerte para asegurar los derechos sociales y la competitividad de cada país.
Sin embargo, el mayor desafió del proceso de reconstrucción de los Estados latinoamericanos consistía en una constante confrontación entra las tendencias mundiales de cambios estructurales, y sobre todo, la fuerte competencia que trajo la globalización que debieron enfrentar los países de la región, y el nuevo orden económico mundial carente de regularización. Estos fueron los principales retos que se presentaron en el proceso de reconstrucción de los Estados, cada día más sacudidos por la crisis fiscal y el agotamiento del modelo económico.
Además, a este panorama se le añaden los tres grandes problemas de la región latinoamericana, considerados por parte de los proyectos de reformulación estatal, y que aún debemos superar, esto son: 1) la consolidación de la democracia; 2) la necesidad de retomar el crecimiento económico; y 3) la reducción de la desigualdad social.
En procura de avanzar en la solución de los problemas estructurales en materia política, social y económica de América Latina surgieron propuestas en las cuales se inspira el modelo gerencial para la administración pública. Este modelo asume como enfoque principal las transformaciones organizacionales que se han producido en el sector privado, modificar la forma burocrática – piramidal de la administración, otorgando una gestión flexible que disminuya los niveles jerárquicos, y aumentando la autonomía de decisión de los gerentes.
La responsabilidad de los administradores, combinados con resultados efectivamente producidos, es el nuevo modelo gerencial que intenta responder con rapidez a los grandes cambios sociales, políticos, económicos y medioambientales que acontecen en la sociedad contemporánea.
El modelo gerencial exige en el sector público ciertas especificidades para la adecuación al contexto político democrático. Y es que, independientemente de que el modelo gerencial esté inspirado en la iniciativa privada, debe adecuarse al contexto político democrático del sector público. Es decir, mientras las empresas buscan obtener lucro, los gestores públicos deben actuar guiados por el interés público. La democracia representativa, los mecanismos de democracia directa y la participación de los ciudadanos en la evaluación de las políticas públicas es el tipo de control que tiene el modelo gerencial para la administración pública, y lo que lo diferencia de las organizaciones privadas.
En fin, nos preguntamos, y a la vez invitamos a la reflexión sobre los desafíos que tiene América Latina en cuanto al cambio del modelo burocrático al gerencial. Por lo que, nos atrevemos a sugerir que es propicio incentivar la eficiencia con la gestión por resultados, la democratización del servicio público y la flexibilización organizacional; además, superar el clientelismo, y continuar con el proceso de profesionalización que se inició en el modelo burocrático weberiano, conjuntamente con aumentar los niveles de participación de la ciudadanía y el otorgamiento de mejor capacidad y poder de decisión de los gerentes públicos, acompañado de mecanismos de evaluación, control y veeduría social.
Estas posturas son, en resumen, los desafíos a los que debe enfrentarse América Latina para realizar el cambio del modelo burocrático al gerencial en la gestión y administración pública.