Un conocido comunicador y analista expresó que yo no hago favores. Lo que me obliga a expresar algunos conceptos acerca de lo que entiendo sobre favores.
Porque a mi juicio pueden tener más de una interpretación. Los favores personales y los favores realizados desde un cargo oficial. O sea, que los favores pueden ser públicos o privados.
No quiero dar a entender que las expresiones realizadas por el comunicador fue una crítica personal.
Es más, pueden ser consideradas como una especie de halago.
Sin embargo, eso me mueve más a expresar lo que pienso sobre este tema. Sabiendo además que resulta complicado ocupando una posición en el Gobierno, sea honorífica o transitoria.
Pero en fin, ese es el precio que tiene que pagar quien tiene el privilegio de escribir en un medio importante como este.
Los favores privados o personales son aquellos que se realizan para ayudar, complacer o prestar un servicio por amistad, simpatía, afectos a otras personas. Realizados con sus propios recursos o sus propias decisiones. En muchísimas formas. Materiales y también como consuelo, aliento, etc.
Los de tipo público u oficial, son los que se realizan como ayudas o protección desde un cargo, pero con recursos del Gobierno.
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Por eso hay que evitar que se conviertan en privilegios en favor de unos y en detrimento de otros. Tratando de mantener la necesaria equidad que debe tener en cuenta todo empleado o funcionario público frente a la ciudadanía en general.
Porque ayudando a uno, se podría correr el riesgo de una arbitrariedad en perjuicio de otros.
En ese sentido, ciertamente he dicho muchas veces, en mi estilo, y los que me conocen así lo saben, que desde un cargo en el Gobierno no se hacen favores.
¿Y por qué digo que no se hacen favores? Sencillamente porque todo lo que se puede hacer desde un cargo público, es un deber, y no puede ser considerado un favor.
Claro está, que quienes dan vueltas y vueltas en búsqueda de soluciones a lo que para ellos es vital, al resolvérsele, entiendan que se trató de un favor.
Sencillamente porque no se las pusieron en la China, sino que le solucionaron un problema sin nada a cambio. Pero eso no es un favor.
En la Biblia se habla de favores como ayudas o regalos personales que se realizan a otras personas sin pedir nada a cambio. Como el buen Samaritano. Pero no me estoy refiriendo a ese caso, que bien puede y debe realizar cualquier persona, privada o pública con sus recursos. Me estoy refiriendo a los favores que se les solicitan a las personas que ocupan cargos.
Porque hay que entender claramente, que en realidad no es a fulano o mengano a quienes se les solicitan favores, porque antes ni si quiera los visitaban, sino al cargo ocupado por ellos en ese momento. Y esos empleados o funcionarios públicos están en el deber de buscarle soluciones dentro de las normas establecidas y dentro de un orden ético y moral. Si lo hacen así, están cumpliendo con un deber que el cargo les obliga. No haciendo favores.