L a pasada semana hablábamos de los futbolistas que han sido inmortalizados en el Pabellón de la Fama del Deporte Dominicano, y referíamos que todos los elevados a ese honor habían nacido antes de la década de los años 30, o sea, que sus “hazañas” las habían realizado en los 40 y 50.
Es muy probable que la mayoría de los que eligieron a esos siete futbolistas como inmortales del deporte dominicano nunca los vieran jugar, y solo tuvieron como argumento las narraciones que les llegaron sobre ellos.
Pero siempre han surgido futbolistas de calidad en nuestro país desde diferentes puntos de la geografía nacional. Y desde mediados de los años 60 hemos tenido muy buenos jugadores que han llegado a vestir la camiseta de nuestra selección nacional, pero ninguno ha recibido el honor de figurar en el escaparate del Pabellón.
Nos llegan a la memoria nombres que podrían ser ponderados, como Harris Garris, Cristin Moya, Manolito Delgado, Herminio Padrón, José de Jesús –Papi- Pichardo, José Rivera Rijo, los hermanos Verman y Marino Mejía, los hermanos George y Ramón Mariano, Angel Hiciano, Rafael Pérez Gómez, Andrés Barrientos, Héctor Almánzar, Arturo –Canita- Díaz, Humberto Nova, Dinardo –Lalo- Rodríguez y Juan Pascasio Mendoza. Siempre que se citan nombres la memoria traiciona, y muchos se olvidan, aunque sus méritos están latentes.
Creemos oportuno que el Comité Permanente del Pabellón de la Fama pondere a estos y otros exfutbolistas, estamos seguro de que surgirán varios inmortales. Hace varios años que los exfutbolistas no aparecen en los listados de elegibles. Esperamos que todo cambie para el 2022, si así lo consideran.