«Si el gran Espíritu hubiera deseado que yo fuera un hombre blanco me habría hecho blanco… ¿Es un agravio amar a mi pueblo? ¿Soy malvado porque mi piel es roja? ¿Porque soy un sioux? Dios me hizo un indio.»
Tasunka-Witko (Caballo Loco)
Reconocer que el origen, historia y vida que tenemos es lo mejor que podemos atesorar para cumplir los propósitos de aquel que nos creó se traduce en felicidad, plenitud y serenidad. El escritor argentine Jorge Luis Borges dijo: “Cualquier destino, por largo y complicado que sea, consta en realidad de un solo momento: el momento en que el hombre sabe para siempre quién es”. ¿Sabes quien eres?
Hace unos días, viví una extraña y especial experiencia: la edición #33 de Pow Wow de la unión de las naciones amerindias de EE.UU, Canadá y Alaska. He necesitado un lapso de tiempo para digerir la cantidad de color, sonidos, sentido de identidad y energía a los que me expuse durante los tres días del festival. Indudablemente, separarse de una experiencia tan memorable y extraordinaria requiere de un período.
Un pow-wow es una reunión de los pueblos nativos de América del Norte para bailar, cantar, compartir y honrar la cultura de los pueblos originarios. La palabra proviene de “powwaw”, que deriva de los indios narrangasett y significa «líder espiritual». Tradicionalmente, era una ceremonia o evento religioso donde los guerreros se reunían para bailar y celebrar sus logros más importantes dentro de la comunidad indígena.
Actualmente, el Pow wow se ha transformado en un «Festival» en el que los nativos americanos tienen una oportunidad para compartir, enseñar y dar a conocer su patrimonio cultural ancestral, por vía de concursos de bailes, canto, belleza y ferias de artesanía tradicional. Nunca antes había visto tan singular expresión de orgullo, filiación y honra.
La organización y realización de un Pow Wow obedece reglas estrictas. El festival comienza con una impresionante procesión encabezada por los ancianos y líderes de las diversas comunidades, con sus respectivas banderas. La mágica música es una parte central dentro de los Pow Wow. Algunos grupos de hombres se sientan en círculo alrededor de un gran tambor y cantan juntos.
Según los indios de norteamérica, el tambor es medicinal. Está íntimamente conectado con la sanación, curación y recuperación de nuestro ritmo propio. Cuando el ritmo externo nos recuerda la falta de sintonía que tenemos con nuestro ritmo interno, el sonido del tambor se torna insoportable.
Los indios Comanches aseguran que el tambor tiene una medicina poderosa y profunda, capaz de tocar el alma para recordarle su origen y su misión. Cuando alguien tiene la fuerza necesaria para entrar en sintonía con el tambor, los ancestros le muestran una gran cantidad de valiosas revelaciones para recorrer su camino.
El tambor se usa para activar y curar el espíritu, alineando la vibración del propio corazón con el corazón de la Madre Tierra. Los indios Apaches aseguran que el tambor es el único ayudante que necesitamos para regresar a la Unidad con el Todo.
Alce Negro dice: «La forma redonda del tambor representa al Universo, y su toque regular y fuerte es el pulso del corazón que late en su centro. Es como la voz del Gran Espíritu, y este sonido nos pone en movimiento y nos ayuda a comprender el misterio y el poder de todas las cosas».
En muchas culturas antiguas, el tambor, el canto y el baile son los vehículos idóneos para conectar con el Gran Espíritu. Para un indio cada persona es sagrada, el tambor es sagrado y el sonido es sagrado. Un Pow Wow es una fiesta de sabidurías ancestrales. Los participantes de las distintas tribus buscan cuidadosamente las mejores galas de vestimentas y tocados especialmente decorados para la «reunión de las naciones».
La mayor parte de los bailes en un pow-wow provienen de las tribus de las praderas de Canadá y los Estados Unidos. El sonido de los tambores se mezcla con el místico tintineo de las campanas que cuelgan de las ropas de los bailarines para crear un ambiente lleno de energía y entusiasmo. Generalmente, el estilo de las canciones pulsa en registros agudos que combina con el místico colorido y las fuerza presentes.
En un Pow Wow hay profundas connotaciones religiosas que permanecen ocultas para los no nativos que desconocen las tradiciones ancestrales. No hay palabras para describir el espectáculo que se desplegó ante mis ojos en Albuquerque. Soñé durante muchos años con conocer la cultura nativa americana, ¡y allí se reunieron todos!
En un sólo espacio estaban vistosos representantes Abenaki, Abitiwinnik, Anishnabe, Assiniboine, Atikamekw, Chippewa, Cri, Hopi, Innu, Lakota, Cheyenne, Malecite, Micmac, Mohawk, Navajo, Odjibwé, Oneida, Shoshone, Wendat, Yoreme, Atapascos, Sioux, Apaches, Comanches, Cherokees, Aztecas y Hopis.
Simplemente, no hay manera de describir lo que se siente cuando somos testigos de la gran entrada de 2,600 bailarines, cantantes y percusionistas convergiendo en un encuentro amoroso y respetuoso, para honrar a los ancestros en un majestuoso ritual colectivo. ¡Es abrumador para los sentidos!
La emoción de los tambores, los movimientos y las voces es algo que recordaré toda la vida.
El Pow Wow se caracteriza por la expresión de un conjunto de danzas de diferentes estilos coreográficos indígenas. Ellas son la expresión identitaria de la cultura nativa y promueven la cohesión de los diferentes grupos. Las categorías son: «Jingle», «Fancy Shawl», «Buckskin», «Straight»,» Fancy Feather», «Grass», «Cloth» y «Traditional». Cada una caracterizada por vistosísimos trajes, canciones especiales, singulares pasos y la dignidad de los danzantes.
El Pow Wow más grande de las tribus indias americanas ocurre la última semana de abril, “Gathering of Nations”, en el campo de deportes de la Universidad de Albuquerque, la ciudad más grande del estado de Nuevo México, cuya capital es Santa Fe. Como regalo adicional, pude disfrutar junto al grupo de amigos que me acompañaban, de Albuquerque una encantadora ciudad fundada en 1706 por colonizadores españoles.
Todas las memorias de las películas del oeste fueron agradablemente activadas. Albuquerque es una ciudad sensacional, con encantadores locales en los que gente sumamente amable coexiste con exquisitos platillos, hermosas artesanías y contagiosa música “country”. En la parte oriental se encuentra la sierra “Sandía”, una majestuosa cadena de montañas rocosas que contrasta con el frescor del famoso “Río Grande” que recorre la ciudad de norte a sur.
Si, debo confesar que quedé rendida ante el encanto de Albuquerque. Si te animas a ir, no dejes de visitar la “vieja ciudad”, construida a la manera antigua de los pueblos coloniales de España, con una hermosa plaza central rodeada de casas, edificios del gobierno y una bella iglesia que ha sido preservada como espacio cultural y comercial donde se mezclan hermosos objetos cristianos con el espléndido arte nativo.
Tácito decía que en todas las cosas parece existir como ley un círculo. Lo curioso es que los nativos Americanos no conocieron el pensamiento del antiguo historiador, y sin embargo, la puesta en marcha del Pow Wow se desarrolla a partir de grandes círculos. En el centro, la pista de baile y en las cuatro direcciones grupos tocando el tambor.
Fuera, un círculo más grande para el maestro de ceremonias, los jueces y los invitados especiales. Las áreas para los espectadores son círculos alrededor del escenario, rodeados de un anillo que funciona como zona de vendedores de comida, artesanías, cuero, joyas, vestidos, objetos musicales y religiosos para miles de asistentes.
Jamás olvidaré la majestuosidad con que los nativos lucían sus ropas, joyas, peinados y plumas. Para ellos, la idea de vestirse con elegancia no se relaciona con el poder. El líder Cheyenne Wooden Leg (Pata de palo) dice: “Cada indio quiere lucir lo mejor posible para encontrarse con el Gran Espíritu, por ello se visten con sus mejores galas cuando hay una ceremonia o ritual, o cuando van a exponerse a un peligro inminente por una batalla o una enfermedad”.
¡Que bendición tan grande ha sido conocer a los hermanos del norte!