Recientemente leí la segunda edición de la obra Revolución es creación, escrita por el puertorriqueño, doctor en filosofía Ángel R. Villarini Jusino. El ensayo comprende una introducción, seguida de cinco capítulos denominados reflexiones. La primera reflexión se titula Hostos y Bosch: conciencia y carácter como fundamentos de la práctica política. La segunda reflexión: El profesor Juan Bosch, educador de un pueblo. Tercera reflexión: Los cuentos de Juan Bosch como textos de formación ética y política. Cuarta reflexión: La conciencia política histórica crítica y el materialismo histórico en la práctica político-educativa de Juan Bosch. Quinta reflexión: La pedagogía de Juan Bosch en los círculos de estudios del PLD.
Pocas veces me había tropezado con un escritor e investigador tan equilibrado, meticuloso y coherente con una capacidad de síntesis y claridad de pensamiento como es el caso del doctor Villarini. Su acervo cultural universal y condición de brillante educador lo habrían llevado a estudiar y analizar con profundidad la vida y pensamiento de Juan Pablo Duarte, Eugenio María de Hostos y de Juan Bosch. El relato analítico del literato boricua fluye suave y sonoro cual danza autóctona, o como las aguas cristalinas de un arroyo. El contenido es de fácil comprensión y mucho deleite para quienes estamos familiarizados con la doctrina hostosiana y la evolución del marco ideológico de Bosch.
De Hostos, su colega y paisano dice Ángel: “Como Jesús en el desierto, el emancipador pasa por un proceso de dudas, de tentaciones, presiones y pasiones que lo ponen a prueba y lo templan para el combate; la fama, el poder, la riqueza y finalmente, la última tentación, la que se le presenta al Jesucristo del film de Martín Scorsese…”. De Bosch selecciona este bello párrafo: <<La dominicanidad no puede ser exclusivamente el respeto a Bandera, al Himno y al Escudo. La dominicanidad debe ser algo más profundo, deber ser una actitud permanente, de mejora de nuestro país. Y nuestro país no es sólo la tierra, no son sólo los ríos, nuestro país, es todo eso, pero además también es el pueblo que está encima de esas tierras… Hoy lo que necesitamos es trabajar todos, luchar todos para que ningún dominicano se acueste con el sentimiento de que en esta patria suya, por la cual murieron sus mayores, que en esta patria, digo, no se acueste nadie sin comer. Y no tenemos que hablar de repartir comida, porque los hombres dignos no piden comida; tenemos que hablar de trabajo a los dominicanos>>. Juan Bosch hacía la siguiente valoración de su nación: <<Además de inteligente, es un pueblo de juicio claro y de inclinación natural a actuar con rectitud, y es un pueblo que sabe distinguir entre valores reales y falsos, y sobre todo distingue entre los que se proponen luchar por él y los que pretenden usar sus sufrimientos y esperanzas para escalar posiciones de mando, económicas y políticas>>.
El texto concluye con la premonición que sobre el futuro del PLD hiciera su fundador: <<No hay que preocuparse por el porvenir del Partido que mientras esté bien dirigido, es decir, mientras no engañe o confunda al pueblo, mantendrá su autoridad moral sobre él, y autoridad moral quiere decir autoridad política>>.