Pregunta del lector: No quiero continuar casado con mi pareja, ¿qué hago?
Respuesta de la terapeuta: Tomar la decisión y ser coherente con lo que siente y piensa.
Posponer la decisión sin sentirse vinculado con la pareja, quedarse apático y sin conexión afectiva, hace que el hogar se convierta en un lugar de tensión emocional para la familia.
Muchas parejas se convierten en roommates en dos escenarios posibles. En uno, duermen en la misma cama sin involucramiento afectivo y si eventualmente hay un contacto sexual no es amoroso, sino sexo para descargar las tensiones y el deseo meramente. El otro escenario es dormir con uno de los hijos.
En el segundo escenario, la ansiedad emocional de la pareja que desea desvincularse pasa a los hijos, mientras el que no está listo para separarse, también queda inamovible, lo que incrementa la tensión conguyal. Uno o más hijos quedan triangulizados y propensos a desarrollar síntomas emocionales o físicos.
Ahora bien, exponer a los hijos a este tipo de tensión emocional afecta el estado de ánimo y crea confusión porque no entienden lo que sucede entre los padres. En algunos casos, generalmente los hijos mayores, se involucran y hacen esfuerzos para unir a la pareja, lo cual intensifica la tensión.
Definitivamente, cuando una pareja concluye en que no existe posibilidad de retorno al sistema familiar, en que no siente amor hacia el otro, es preferible que asuma la responsabilidad y no someta a la familia a una ambivalencia afectiva que condiciona a experimentar sentimientos de impotencia, frustración y tristeza.
Si no se siente comprometido asuma.