Por segunda ocasión usuarios de dólares denuncian escasez, listas de espera en bancos, topes de ventas y acaparamientos. La primera vez fue después de las elecciones, se demostró que se trataba de un brote especulativo, porque se resolvió con la venta directa al sistema financiero.
Me ocupo de saber si ahora se trata de lo mismo o de un exceso de presión en el mercado por la política monetaria. Como los médicos, me apoyo en el cuadro estadístico relevante, del diagnóstico correcto depende la medicina y la estabilidad del paciente.
Dividiendo los pesos emitidos por el Banco Central (base monetaria restringida) por los dólares que tiene guardados (Reservas Internacionales Netas), tenemos la tasa de cambio que los economistas llaman “teórica”. Si supera la observada en el mercado, Don Rafael Herrera hubiese dicho que por el exceso de pesos buscando dólares, para los economistas la explicación sería que circulan más pesos de lo necesario y/o que son insuficientes las divisas guardadas.
Pero como la tasa teórica ha estado por debajo de la observada, por lo menos desde enero a la semana pasada, el cuadro estadístico nos dice que si hubo escasez, listas de espera, topes de ventas y acaparamientos, no fue debido a la política monetaria, tampoco por un problema estructural del mercado. Que fue un brote especulativo, causado por un aceleramiento de las compras, durante el tiempo de espera para ratificar en sus puestos a las autoridades monetarias.
Se comprueba revisando las estadísticas de compras de dólares, acumulado aumentó US$644 millones, un 7.7%, en los meses mayo-julio de 2016, comparado con igual periodo de 2015. Incremento en la demanda que cambia la dispersión y/o volatilidad de la tasa de cambio observada respecto a la media, pero sin generar depreciaciones indeseadas del peso. Pasó de positiva, promediando mensualmente 9 centavos en enero-septiembre 2015, a negativa con un promedio de 1.2 centavos en los mismos meses de 2016.
La volatilidad normal de la tasa de cambio forma parte del precio, no se altera con la venta dólares al mercado para corregir brotes especulativos, sin embargo, evita que los usuarios paguen un precio excesivo. Fue lo que sucedió la vez pasada y debe repetirse ahora, recordando que, no obstante el déficit fiscal, no hubo cambios bruscos en la tasa de cambio en el periodo 2012-2015, por el régimen de flotación administrada y US$2,319 millones de reservas netas acumuladas, que se usaron cuando fue necesario. Costo que es diferencia de dos rendimientos, el de los certificados emitidos para retirar pesos inyectados para comprar dólares, y el que ganan las reservas invertidas en activos de alta calidad.
Como el que vende divisas es el que se beneficia con la burbuja especulativa, y sabe más que el que compra por el conocido problema de información asimétrica, “la escasez” que provocó debió desaparecer cuando se ratificaron las autoridades monetarias. Si queda algún rezago, lo elimina la venta directa, que se justifica por dos realidades. Uno, dependemos de importar combustibles, alimentos y de la tasa de interés denominados en dólares; dos, aceptar que “la dilación” tuvo un costo, las divisas que se vendan, porque como decía Milton Fredman “There s no such thing as a free lunch”.