Prevención ante la nueva esclavitud

Prevención ante la nueva esclavitud

José Miguel Gómez

Siempre se ha dicho que la libertad implica la capacidad de elegir. Posiblemente también guarde relación con el autocontrol, con gestionar, poner límite, decidir sus propias decisiones, o hacer lo que más le guste.

Para llegar a la libertad hay que ser consciente de la propia existencia. Vivir los por qué y los para qué. No puede ser libre quien no se conoce.

Pareciera que ahora somos más libres; tenemos y contamos con muchas formas de expresar nuestra libertad, elegimos democráticamente, transitamos por donde quiera, consumimos y con nuestra autonomía compramos momentos felices.

El bienestar, el confort y el estilo de vida dirigido hacia el goce pareciera que, son decisiones personales de cada uno de nosotros. Pero el nuevo marketing, la publicidad, el Internet, la televisión, revistas, el cine y los algoritmos, al final, son los que deciden su libertad; le marcan una tendencia, un comportamiento y le predicen las nuevas decisiones de compras, vacaciones, viajes, ropa, comida, música programas, compra de vehículo, lugares, personas y sistema de creencias con que usted alimenta su cerebro.

La nueva esclavitud posmoderna llegó para quedarse.

La neurociencia lo explica muy bien a través de las células espejos, del estímulo dopaminérgico, adrenérgico y de receptores estimulantes que le impulsan al consumo, al gasto del dinero plástico, a las deudas y vivir para el parecer.

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Existe una alarma por las deudas de los maestros y profesionales en sus cooperativas de ahorro endeudados por cirugía estética, aparatos electrónicos, viajes, vacaciones y costo no prioritarios.

Hay millones de personas esclavos de la “vida buena” del goce y la felicidad cortoplacista. Los hay adolescentes, jóvenes, adultos y personas mayores, atrapados en esa nueva esclavitud del consumo, la tecnología, las redes sociales, el mundo virtual, la visibilidad y la existencia del “éxito”.

Ahora nadie quiere pasar desapercibido, ser anónimo o entrar a la “cultura de los perdedores” sino tiene nada que demostrar.

Esa tal libertad no existe, está regulada, influyen en tu cerebro, dirigen las emociones, los impulsos, los comportamientos y los resultados de nuestra vida.

Literalmente hoy somos más esclavos, pero por gusto, con placer, seducidos y anonadados; libres de escoger lo que queremos y decidimos, pero también del coste, el sufrimiento, la ansiedad, el estrés y la depresión por vivir endeudado, limitado, al borde del colapso, tapando hoyos financieros y agujeros negros por malas decisiones.

El ser humano es menos libre, pero no lo sabe, no se da por enterado. Sencillamente no es dueño de sus hábitos, de sus costumbres y de sus propósitos de vida.

La libertad implica saber elegir sabiamente, sin hacer cosas que le impliquen ataduras financieras, existenciales, o que le impidan fluir en la vida, alcanzar el bienestar y la tranquilidad.

Si nosotros no aprendemos a gestionar las emociones, nos acabarán gestionando a nosotros, nos convertirán en robots, en personas esclavas que existen para el propósito consumista y del parecer; pero también para el narcisismo social.

La solución es el equilibrio, la equidad y la eficacia en poder vivir en armonía con usted mismo. Vivir el “aquí y el ahora”, los momentos felices, y buscar resultados perdurables de existencia con los detalles alcanzables y placenteros para usted.

Esa libertad implica ser consciente, ser responsable, racional y emocionalmente, de lo contario, está construyendo su propio cautiverio y esclavitud.

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