El cuerpo humano tiene cerca de diez veces (10x) más bacterias que células humanas. El número en sí mismo no tendría relevancia, a menos que expliquemos la estrecha relación simbiótica y así podamos entender la popularidad que últimamente tienen los probióticos y prebióticos.
Por definición, la simbiosis implica una relación biológica donde ambos sujetos se benefician de la relación. La implicación de esto es que así como las bacterias se benefician de nosotros para subsistir, así también nosotros nos aprovechamos de ellas, como si fueran pueblos vecinos que se ayudan mutuamente para “cooperar” unos con otros intercambiando bienes. Esto podría ser un cambio de paradigma para los que piensan que las bacterias sólo se benefician de nosotros, o para los que piensan que son sólamente dañinas.
Más aún, si pensamos en los beneficios que recibimos de las bacterias podemos pensar de ellas como un órgano, como lo sería la piel, el corazón o el estómago, con propiedades muy particulares pero igual de necesarias para nuestro cuerpo. Este grupo de bacterias y otros microorganismos que tenemos en nuestro cuerpo se conoce como microbiota o microflora.
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, los probióticos son “Microorganismos vivos que, al administrarse en cantidades adecuadas, confieren un beneficio a la salud al huésped”. En términos mas llanos, podemos hablar de que son bacterias buenas que interactúan con nuestro organismo en una relación ‘de ayuda’, y que pueden modular o regular nuestra microbiota.
Existen alimentos probióticos naturales -que básicamente son alimentos fermentados- los cuales aportan estos microorganismos vivos y ayudan a que nuestra digestión sea óptima, nuestro sistema inmunólogico mas fortalecido, entre otras ventajas. Algunos de estos son: yogurt, kombucha, aceitunas y otros encurtidos como pepinillos, el queso crudo, el tempeh, kefir, kimchi, miso y microalgas- como la espirulina, chorella o alga kombu. Igualmente podrás obtener probióticos desde suplementos.
No todos los suplementos contienen los mismos microorganismos y se debe saber escoger dependiendo de cada necesidad particular. Igualmente, la ingesta de probióticos debe ser parte de una dieta equilibrada y variada, que incluya fuentes de prebióticos (contenida en ciertos alimentos y alimenta los probióticos) por lo que en caso de requerir orientación sobre este tema es importante contar con la asesoría de un nutriólogo, nutricionista o dietista registrado.
Esta columa es la seccion educativa de la Sociedad Dominicana de Nutrición Clínica y Metabolismo. Escribe tus preguntas a: sodonuclim@gmail.com/@sodonuclim.