China crece, avanza, progresa, se desarrolla, contra viento y marea, y, sí, ocupa cada vez más espacios. Aunque en el mundo hay suficiente oxígeno para todos, algunos han asumido la paranoia de sentirse asfixiados y no soportan la expansión de Beijing, pretendiendo paralizarla. China ni piensa ni intenta frenar a EEUU, sabe que no puede, pero Washington aún tiene pendiente descubrir que nada va a frenar el ímpetu chino.
El documento del Pentágono sobre la “nueva” Estrategia de Defensa Nacional afirma, sin rubor, que la “República Popular China es el único competidor que tiene la intención de remodelar el orden internacional y, cada vez más, tiene el poder para hacerlo”.
Como dirían algunos: a confesión de parte relevo de pruebas. Es cierta la aprehensión norteamericana; el mundo se está remodelando, pero más que a un plan perfectamente diseñado desde el Palacio del Pueblo, es consecuencia de una “fuerza de gravedad estratégica” derivada de la potencia del modelo chino y su visión de un mundo con una comunidad en prosperidad y su determinación a contribuir a construirla. Si en vez de los planes “nato muertos” de EEUU y la Unión Europea para competir con China por todo el mundo, todos unieran fuerzas y cooperaran, se estaría, verdaderamente, remodelando, unidos, el mundo. Eso sí, adiós a los hegemonismos, pero con eso es con lo que no podrían respirar algunos. Como quiera, más temprano que tarde, ineludible e inevitablemente hacia ahí vamos.
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En 2021 Xi presentó en ONU una Iniciativa para el Desarrollo Global, que beneficie un desarrollo inclusivo como prioridad, eliminar la pobreza y frenar el cambio climático. Nada que criticarle, pero como la propuso Xi las potencias la ignoran. Otra propuesta es la Iniciativa para la Seguridad Global para garantizar la paz. Sin embargo, al parecer, para algunos, la paz amenaza más que las guerras. China promueve reforzar el multilateralismo, forjando un mundo que funcione bajo reglas justas.
Para el Banco Mundial las inversiones en infraestructura que comprende el programa de la Franja y Ruta de la Seda podrían sacar a millones de personas de la pobreza moderada, impulsaría un desarrollo más ágil, “equilibrado y equitativo”.
China insiste en que todos los países integran en igualdad la comunidad internacional. Esta debe ser próspera, sin miseria ni guerras ni fantasmas imaginarios. Unos, tratando de parar el tren de la cooperación internacional en marcha, pueden estar perdiendo el tren.