La estructura de precios desproporcionados que prima en la aviación comercial que tiene a República Dominicana como eje erosiona la competitividad del turismo local al ser el principal factor que sube costos a vacacionistas y a las conexiones aéreas con el exterior en sentido general. Deben suprimirse con rapidez las causas de alzas en perjuicio de uno de los pilares de creciente importancia de la economía dominicana. Por de pronto, no existe, aunque se contempla superar esa realidad, la libre concurrencia de ofertas de vuelos que quedan entonces en pocas manos de perfiles monopólicos. Se ha visto en estos días que las manos presentes fueron superadas en su capacidad de dar servicios por una intensidad de la demanda de extraordinario perjuicio para los viajeros impedidos de partir y llegar a tiempo.
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Sin embargo, habría que ver también si las presiones impositivas y de pago por derechos al uso de instalaciones aeroportuarias, asistencia técnica en tierra y suministro de combustibles superan los promedios de la región o son francamente irracionales.
Ningún objetivo fiscal o de búsqueda de lucro de las propias aerolíneas y de otras razones sociales en el contexto del transporte internacional debe ir en contra de la rentabilidad del turismo dominicano. Sería conspirar contra una de nuestras gallinas de huevos de oro que no son muchas. La disminución de su rentabilidad afectaría a todos después. Aquellos que estén lavando oro ahora con impuestos y precios caros sabrían pronto si el sol pica.