No soy historiador ni persona empeñada en buscarle los pies al gato, pero estos días le he dado lectura al tomo III del libro “Historia general del pueblo dominicano” donado por la Academia de la Historia, con excelentes y reconocidos escritores, llamando mi atención el Capítulo II, La Guerra de la Reconquista, de Quisqueya Lora, hija de Silvano, pintor, escultor, maestro y aguerrido combatiente de grata recordación, donde hace referencia a Juan Sánchez Ramírez, militar de carrera que, al grito de ”Viva nuestro Rey Fernando VII” se destacara como hábil estratega en la batalla de Palo Hincado contra el dominio francés comandada por el general Jean Louis Ferrand, quien, sintiéndose derrotado, con un tiro a la cabeza se quitó la vida, dándole mayor prestigio a su perseguidor, Sánchez Ramírez. Pasado largo tiempo de esa epopeya, en febrero del 1952, el Generalísimo Rafael Leónidas Trujillo Molina, presidente de la República, crea la provincia de Cotuí, dándole por nombre Juan Sánchez Ramírez, comandante militar en la batalla de Palo Hincado, aun cuando, a juicio de Cipriano de Utrera, “la razón de su triunfo no se debió a su capacidad de estratega militar, sino a un evento fortuito, (la lluvia), desmeritando así sus supuestas habilidades. Del Monte y Tejada atribuye su triunfo a la soberbia de Ferrand.
El libro cita obras de Thomas Madiou y Beaubrun Ardouin, haciendo referencia de “dos grupos enfrentados, uno favorable a la metrópolis y otro independentista. El primero, asociado a Juan Sánchez Ramírez, el segundo a Ciriaco Ramírez. Del primero los franceses se burlan de su vestir. “Este paisano, improvisado militar, estaba vestido de manera que provoca risa.” “Nunca un Polichinela de feria estuvo más cómico.” El Gobernador de Puerto Rico escribió una serie de cartas donde “critica agriamente a Sánchez Ramírez, poniendo en duda su capacidad para dirigir la colonia.” “Son necesarios allí sujetos bien acreditados, instruidos, celosos, desinteresados y de mucha política para consolidar aquel gobierno.”
En el Capítulo 3, Retorno de España, Américo Moreta Castillo señala, pág. 103: “Juan Sánchez Ramírez, por su condición de hatero adicto a España, pasó a ser el prototipo del caudillo criollo, jefe político y militar astuto, regional y simulador, negociador, arbitrario en sus decisiones, persona de carácter, hombre fuerte”. Don Federico Henriquez y Carvajal le llama “Un prócer reaccionario” y el historiador Emilio Cordero Michel lo considera “representante del sector hatero, latifundista, el más retrogrado y obscurantista, proclive al dominio colonial.” Esos son sus méritos.
En cambio, de Jose Núñez de Cáceres, hombre probo, militar, político, periodista, de fervor revolucionario, primero en proclamar la separación e independencia de la Republica y concientizar a la población siendo su aspiración la creación de una República independiente y liberal. Entonces, por qué no ponerle a este eminente y meritorio personaje el nombre de esa digna provincia?