Para el biólogo Ricardo García el arbolado urbano es el principal mecanismos para reducir el impacto del cambio climático en los grandes conglomerados. Sin embargo, en los grandes proyectos inmobiliarios del Gran Santo Domingo, Santiago y La Altagracia no toman en cuenta la siembra de árboles para mitigar las altas temperaturas que se manifiestan como islas de calor.
García lamenta que no se apliquen las normativas, que entiende son débiles, y cualquiera corta un árbol de 50 o 60 años por un tema particular y no pasa nada. Igual los constructores que eliminan todo el arbolado sin ser necesario.
Refiere que el Gran Santo Domingo por sus condiciones ecológicas tiene la ventaja que los árboles se desarrollan muy rápido. Además de contar con los grandes espacios verdes como los miradores Norte, Sur, Este y Oeste y otros espacios más pequeños que están arborizados.
“Sin embargo cuando ustedes observan el casco urbano y centros como Naco, Piantini y ese polígono central es un desastre en términos del verde, a diferencia de lo que se observa en la mayoría de ciudades organizadas del mundo donde se establece un espacio verde por cualquier desarrollo inmobiliario», expresa Ricardo García.
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Indica que en la capital se elaboró una normativa algo tímida y además no ha habido cumplimiento, por lo que hay que retomar el tema, «porque el crecimiento que lleva el Gran Santo Domingo es preocupante porque va reduciendo el espacio verde».
Revela que en la capital se han hecho estudios que revelan la producción de «islas de calor», sobre todo donde se concentran muchas edificaciones.
En el caso de Santiago, advierte García, la situación es más crítica que Santo Domingo porque no cuenta con amplios espacios verdes y también tiene amplios desarrollos inmobiliarios. Aunque reconoce que recientemente se han dado pasos positivos con la creación del parque central, el jardín botánico, los campus universitarios y otros espacios recuperados que han contribuido a aumentar las áreas verdes, pero todavía no llega al mínimo requerido de acuerdo a su población.
En el este
Otra zona que hay que atender es la región turística del este que aunque no tenía bosques exuberantes como el norte, requiere un arbolado en sus vías principales por la alta densidad habitacional que tiene.
«Hay que trabajar las márgenes de las autopistas. La autovía del Este puede ser una belleza, pero hay que desplegar un amplio programa de arborización», indica, tras poner como referencia la carretera de Samaná que tiene un gran verdor con especies endémicas y nativas, proceso en el cual participó cuando dirigió el Jardín Botánico.
Sugiere también el reconocido biólogo mejorar el arbolado en los pueblos de la provincia La Altagracia debido al auge de proyectos inmobiliarios que se desarrollan a «tierra arrasada».
«Hay que asegurar esa zona que de por sí es caliente y logremos un arbolado con esas especies locales para ganar tiempo y asegurar que vamos a tener ahí un arbolado acorde y que contribuya a la calidad ambiental de esos espacios», aconseja.
Afirma que los gobiernos locales deben establecer planes, y el Ministerio de Medio Ambiente monitorizar a los desarrolladores para que cumplan con la mitigación de daños que se establecen en los estudios de impacto ambiental pero que en muchos casos no se cumplen las recomendaciones de los técnicos.
«No queremos tener grandes urbanizaciones sin árboles, islas de calor cuando podemos evitar esta situación si desde el principio se aplican las normas”, expone García.