Este espacio que pretende hablar de comunicación política, ha sido tomado por mi vocación ciudadana que no puede quedar callado ante la continua abstención del gobierno dominicano en las resoluciones presentadas en la OEA. Un silencio que cuesta vida de quienes residen en la desidia de un gobierno, cuyas políticas aumenta la inseguridad, la escasez de alimentos y medicinas. Hace un par de meses fallecía un dominicano hijo de un ex cónsul, la causa fue la falta de medicina para brindar el tratamiento adecuado. Basta revisar el registro electoral dominicano para evidenciar el retorno progresivo de la diáspora dominicana, aunado al repunte de venezolanos con presencia en la isla, en su mayoría ilegales ante la difícil y burocrático tramite regularizador.
En mi condición de académico puedo comprender la postura del gobierno nacional, pero son debatibles y refutables bajo el principio interamericano de defensa de la democracia. Como venezolano no me corresponde debatirlo porque respeto la autodeterminación de los pueblos. Mi carta es al pueblo dominicano, en ustedes reposa el ejercicio ciudadano de defender la democracia y la libertad, alzar su voz de protesta para exigir una postura más acorde a los valores que caracterizan al heroico pueblo quisqueyano.
Rememorar a Duarte quien fue acogido por el Ávila en Caracas brindándole la última bocanada de aire. La lucha de Betancourt en el sistema interamericano dominado por la internacional de las espadas, en especial contra Trujillo. Recordar aquellos brazos que recibieron a miles de dominicanos que fueron desplazados por la opresión de la dictadura o la huida de la pobreza ante falta de oportunidades para entonces en su tierra natal. Por mucho tiempo, Venezuela fue el sueño de progreso para muchos dominicanos que hoy van a España o Estados Unidos.
Fijar una posición entorno a la situación de Venezuela no es difícil, las actuaciones de quienes hoy gobiernan en Venezuela son propias de un adolescente en plena rebeldía, aplicando el lema: “son buenos los que me son incondicional y malos todos aquellos que osan manifestar alguna crítica”.
No es un problema de una oposición apátrida ni de intervención yankee. Al ver las noticias observan a partidarios originarios de Hugo Chávez y fieles hasta su fallecimiento, asumiendo una postura de rechazo público al camino autoritario tomado por Maduro. Incluso la conducta asumida de retiro de la OEA ante el exhorto de países de debatir la situación de Venezuela. No hace falta estudiar ciencias sociales ni comprender de política para analizar que la actitud es una postura autoritaria y para nada democrática.
El mismo expresidente Leonel Fernández le ha tocado sortear la bipolaridad de Maduro y compañía, con una precauciónextrema sobre las palabras a usar. Siendo el único sobreviviente con credibilidad para el régimen de Maduro, contrario a Zapatero, Torrijos y Samper que por infortunadas declaraciones sobre elecciones generales que al no favorecer a gobierno, fueron rechazados. El dialogo fracaso no por la división de la oposición, sino por el incumplimiento por parte del gobierno en los acuerdos preestablecidos, así lo manifestó el Cardenal Pietro Parolin en oficio del 1 de diciembre de 2016, en nombre del Papa Francisco.
La abstención o el silencio que ha tenido el Gobierno dominicano no se corresponde con su pueblo, ni los sucesos históricos que hermanan a las dos naciones. Su postura se respeta aunque es debatible. Por eso escribo a su pueblo a ejercer su ciudadanía y fijar posición dirigiéndose a sus representantes. En ustedes reposa elevar un reclamo solidario de justicia, paz y armonía continental. Fijar una postura en favor de la democracia y regularizar a miles de venezolanos que hoy están nuestra bella isla trabajando por un mejor futuro.
Agradeciendo siempre la solidaridad de quienes han actuado, hoy les pido que intensifiquen esfuerzos y sumemos voluntades. En Ustedes queda la defensa de la democracia y la libertad en espacios internacionales. Porque desde nuestro territorio somos los venezolanos los que seguiremos forjando nuestro camino a recuperar la constitución que protege el sistema de libertad.